Capítulo 26

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Regresaron al departamento de Elliot. Emily había despertado apenas llegaron y de inmediato se volvió activa, definitivamente la siesta le había hecho muy bien. Olivia daba cualquier cosa por tomar una siesta, aunque fuera cortita, estaba cansada pero feliz, la tarde en el parque fue sin duda maravillosa. Sintió lo que debería haber sentido tiempo atrás, una familia. Elliot la había hecho sentir tan bien desde que estaban juntos.

—¿Todo bien? —preguntó Elliot al verla sentada en el sofá, absorta en sus pensamientos.

—Sólo estaba pensando.

—Liv... bebé, deja de pensar. Todo va a estar bien. Lo prometo.

Estaban preparando la cena, Olivia había aceptado quedarse el fin de semana con él.

—Amor, el miércoles los niños van a venir a quedarse, puedo decirle ese día... de nosotros —dijo Elliot ayudándole con la fuente de ensalada que había preparado antes.

—No... —contestó distraída, distribuyendo la comida en los dos platos y un tercero más pequeño.

—¿No? —frunció el ceño.

—Oh... es que quiero estar contigo, quiero que ambos les digamos. Es una relación de dos. Quiero estar presente... claro si no te molesta —sonrió.

Él asintió, dejó la ensalada y se fue raudamente hacía ella. Puso sus manos a su cintura y la besó profundamente.

—¡Dios! Elliot, ¿qué fue eso? —luchó por recobrar la respiración.

—Nada, sólo quiere decir que te amo.

Cenaron conversando amenamente, era increíble que nunca les faltara tema para conversar. Los silencios entre ellos eran escasos pero aún así  eran cómodos.

—Tuvo un duro día hoy en el parque —dijo Liv al ver a su hija casi dormida en su regazo, la bebé había estado cenando con ellos, pero claramente no había tocado casi nada de su comida.

—Liv, debemos conseguir un lugar mejor para que duerma ella —sabía que no podía seguir durmiendo entre almohadas con el temor de que cayera en cualquier minuto.

—Una cuna plegable quizás. Aún es pequeña para que duerma en una cama —observó a su hija y la acurrucó más cerca de ella para que durmiera más cómodamente—. Voy a acostarla mejor.

Se puso de pie y volvió a los minutos. Las cosas de la cena ya estaban limpias y secándose en el fregadero de Elliot.

—Definitivamente no sé de dónde has salido, Elliot Stabler —sonrió, observando la cocina.

—Quiero aprovechar el tiempo contigo —golpeó el espacio vacío en el sofá junto a él—. Ven aquí Liv —pidió haciendo un gesto con el dedo índice.

Ella se acercó sin poner resistencia, solo les quedaba un día de tranquilidad, al siguiente día en la noche ella tenía pensado ir a su casa, tenía que cambiarse de ropa para el lunes, por lo que esa era su última noche juntos y ella esperaba tomar provecho de eso.

Se quedaron por unas cuantas horas en el sofá acurrucadoa viendo televisión.

—El, voy a ir al doctor el lunes o martes.

—¿Estas enferma o algo así? —preguntó preocupado.

—O algo así —contestó, esos eran temas que debían hablar en pareja, por supuesto, pero aun así no era fácil para ella. Respiró hondo—. Tengo que ir al ginecólogo —dijo tan rápido que a Elliot le dio tentación de risa—. ¡No es divertido Elliot!

—Amor, me rió por tu cara. ¡Dios! Estás tan incómoda hablando de esas cosas. Sólo me dio risa. Lo siento —se disculpó, no tenía la intención de molestarla. Ella estaba riendo, claramente no lo había hecho—. ¿Quieres que te acompañe? —él nunca había ido con Kathy al doctor, pero era tan diferente con Liv.

Renacer - BenslerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora