¿Culpa?

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Lauri me miró molesto.Esa mirada decía que estaba totalmente en desacuerdo.

-¿Cuál otro?- preguntó un poco molesto.

No respondí. Ahora no Lauri.

-¿Vas a dejar que se salga con la suya?- me preguntó.

-Esta bien, vamos a salir, pero no te aseguro nada- dije mientras me encerraba en el baño.

La culpa estaba molestándome. Algo que nunca creí pasar.

No estaba lista para buscar a mis padres, no estaba lista para verlos a la cara.

-Princesa...- dijo el mientras entraba.

Le miré con reproche, estaba desnuda frente al espejo.

-¿Qué?- dijo el- si ya te he visto desnuda.

-Necesito algo de privacidad- dije fulminándolo con la mirada.

- Esto no puede esperar- dijo el- debo regresar al castillo contigo.

-Mi castillo está protegido.

-No, debo regresar al mío- dijo el- atender un asunto entre los dos.

-¿Tiene que ver con... lo que hicimos?- dije titubeando.

-Pues... Es probable.

-¡Habla claro!- dije molesta.

-Nosotros estamos comprometidos desde nuestro nacimiento, y hay una profecía .

-No más predicciones por favor- dije fastidiada.

-Bueno, la cosa es que debemos presentarnos frente a mi padre.

-¿Sabe de casualidad...?

-No voy a negarlo, me parece que debo dejarte sola- dijo el apenado- te estaré esperando.

Muy bien, otro problema más.

Me bañé y me vestí con ropa diferente, algo no tan formal ni tan fachoso.

Sus amigos estaban ahí, cosa que no me extrañó.

-Serán nuestra escolta- dijo Lauri mientras abría un portal hacia su Reino.

Su Reino estaba en calma. Y su padre le esperaba en la entrada del castillo con impaciencia.

Las cosas se estaban poniendo algo extrañas. 

Su padre traía en su mano una pequeña cajita.

Lauri tenia una cara de abochornado con la que no podía.

-¡Bienvenidos!- dijo su padre con más efusividad de la esperada.

-¿Qué es ahora?- dijo Lauri con fastidio.

-¿Ella estaba contigo?- preguntó su padre.

-Estaba protegiéndola. 

-Tenemos que hablar en privado- dijo su padre- los tres.

-¿Tres?- dije en voz baja mientras intercambiaba una mirada con Lauri.

Pasamos en silencio a una habitación. Sus amigos se quedaron en la entrada.

Estaba por quedarme con sus amigos cuando el padre de Lauri me tomó de la mano y me llevo con ellos.

-Es algo que deben explicarme- dijo el hombre.

Al cerrar la puerta me sentí miserable, como si fuera a admitir un crimen en ese lugar.

-No estoy molesto- dijo el hombre sin mirar a ninguno de los dos- es natural lo que hicieron.

-¿Exactamente de que estamos hablando?- dije fingiendo demencia.

-La perdida de la virginidad es algo natural- comentó como si hablara del clima.

Mi cara comenzó a enrojecer como si fuera un semáforo en alto.

-¿Cómo sabe que perdí la ...?- dije horrorizada.

-Bueno, técnicamente, sabe que yo la perdí- dijo Lauri mirando el piso- ahora todo el Reino lo sabe gracias a  mi padre.

El hombre abrió la cajita mostrando un anillo.

-Este anillo cambia de color cuando el heredero al trono pierde su virginidad.

-¡Pero que estú...!- dije deteniéndome.

-Eso es porque debe engendrar un heredero- dijo el hombre.

-No sólo eso, también cambia de color cuando...- dijo Lauri  entrando en pánico.

-Cambia de color cuando tendrá a su heredero- terminó el hombre.

-¡Oh, no, eso no!- dije entrando en pánico.

-No te dejarán- dijo Lauri mientras lo veia.

-¿De qué hablas?

-Te obligarán a quedarte aquí, al menos hasta que no exista peligro.

-¡Nadie me obliga a nada!- dije estallando.

Salí de la habitación enojada y confundida.

-Espera..- dijo Lauri alcanzándome- la piedra no ha cambiado de color...

-¡Ah que alivio!- dije con sarcasmo.

-Es una tradición estúpida- dijo Lauri enojado y abochornado.

-¿Cómo sabe que ambos...?

-Sin querer lo admitiste, ambos estábamos juntos al momento de mi llamado.

-Eso no quiere decir nada.

Ya me estaba calmando. Pero había algo que no me agradaba, la idea de que todos supieran sobre nuestra intimidad.

-Es una tradición que hicieron debido a un príncipe que se negaba a casarse- dijo una voz detrás de nosotros.

-¿Eso lo haría recapacitar?- dije burlona.

-No. Ese anillo le confirmaría a los reyes que su hijo amaba a alguien y que tendría descendencia- explicó el padre de Lauri.

-¡Pues que forma tan... peculiar!- dije molesta.

-Mis padres creían que yo nunca me enamoraría- dijo el hombre- supongo que estaban desesperados.

-¿Entonces porque nos mandó llamar?- dije impaciente.

-Sólo quiero una cosa de ambos.

-¿Un nieto?- dije en burla.

-A parte, quiero que ambos hagan un juramento de amor.





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