33- Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

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- La última vez que estuve aquí presenté a Thomas a mis padres

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- La última vez que estuve aquí presenté a Thomas a mis padres.- un escalofrío recorrió la espalda de Mía.- Estaba nerviosísima.

- Quizá luego puedas pasarte a verlos.- comentó Tony, mientras entraban en el edificio.

- Sigo sin entender qué hacemos aquí.- negó con la cabeza, mientras caminaban hacia el ascensor. Mía se conocía el camino de memoria.- Es decir... ¿a quién venimos a visitar en el mismo edificio en el que he vivido casi toda mi vida?

- Aquí vive alguien, con unas habilidades que nos pueden ser útiles. Puede que le conozcas.- se encogió de hombros, y las puertas del ascensor se cerraron. Marcó el número de un piso, y la caja de metal comenzó a subir.

- Es raro volver después de tanto tiempo.- murmuró la ojiazul, observando un chicle pegado al marco de la puerta del ascensor.

- ¿Puedo suponer que son buenos recuerdos?

- Odiaba sacar la basura.- se quejó ella.- Este ascensor casi no era lo suficientemente grande como para que cupiera una bolsa de basura de tamaño normal.

Tony no dijo nada, pero se imaginaba lo que le contaba.

Las puertas frente a ellos se abrieron, pero todavía no estaban en el piso que les tocaba. Delante de ellos había una mujer joven, alta, con el pelo castaño claro, y unos ojos azules que los observaron con curiosidad.

- ¿Mía?- preguntó asombrada, con una sonrisa en la cara. Entró en el ascensor, y abrazó a la chica antes de que pudiera reaccionar del todo.

- ¿Piper?- la miró cuando se separaron, y sonrió ampliamente.- ¡Piper!- volvió a abrazarla, y fue entonces cuando las puertas se cerraron y Tony notó a lo que Mía se refería con la bolsa de basura. Ese espacio era minúsculo. Cuando las dos se separaron, la ojiazul miró de nuevo al hombre que la acompañaba.- Tony, esta es Piper. Era mi niñera cuando yo era pequeña. Es una buena amiga.

- Piper Mackenzie Quill a su servicio.- saludó, con una sonrisa.- Usted es Tony Stark, ¿cierto?- el asintió, y estrechó la mano que le ofrecía la joven.- Encantada de conocerle.

El sonrió, algo incómodo, pero no dijo nada.

- ¿Qué hacéis aquí?- le preguntó la mujer a Mía.- Pensaba que estabas ocupada con ese rollo de los Vengadores... que sepas que tu madre casi me arranca la cabeza una vez mientras estaba preocupada por ti.

- Sí, eso suena típico de ella.- sonrió nostálgica.- Hemos venido a ver a alguien, pero este señor de aquí no quiere decirme quién es.- se quejó, mirando a Tony. Él solo se encogió de hombros.- ¿Tú a dónde vas?

- Voy a ver a la anciana loca de los gatos. Uno de esos felinos no para de pedir comida en mi ventana, y tengo que quejarme. No me deja dormir.- bufó.- Ni siquiera Blue Swede a todo volumen puede con él.

Los protegidos de los Vengadores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora