"- Señor, ¿Está totalmente seguro de esto?"
"- ¿Por qué no iba a estarlo, agente Coulson?- la cara de dicho agente se contrajo levemente ante la pregunta de su director."
"- Son jóvenes, señor. La mayoría de ellos tienen sólo catorce años o menos, y...
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Nadie se dio cuenta, pero una estela luminosa ocupó el cielo a plena luz del día. Si lo hubieran visto, algunos podrían haber pensado que era un meteorito, como aquel que supuestamente provocó la extinción de los dinosaurios. Otros, con más imaginación, podrían haber dicho que era una estrella fugaz, aunque estas solo se vean con claridad de noche. Por último, la población también podría pensar que significaba la llegada de alguien; de un ser asgardiano, Thor, concretamente. Esa última opción, sería la más acertada.
- ¿En serio? ¿No tienes nada de dinero?
- El apego a lo material es desapego de lo espiritual.
El doctor Stephen Strange, maestro de las artes místicas, bajaba las escaleras del santuario de Nueva York, seguido de su compañero Wong; tenía las manos en los bolsillos, y el ceño fruncido.
- En ese caso diré en la charcutería que te preparen un sándwich de jamón metafísico.
- Espera, espera.- Wong bajó las escaleras algo más rápido, revolviéndose los bolsillos.- Creo que tengo dos de cien.
- ¿Dólares?
- Rubias.- el asiático sonrió.
- ¿Y eso es?
- Un dólar y medio.- calculó rápidamente. Strange soltó un suspiro, habiéndose esperado más.
- ¿Qué quieres?- tampoco sería tan malo como para no comprarle algo.
- No le diría que no a un bocadillo de atún.
Llegaron al final de la escalera, cuando un estruendo en el techo les hizo agacharse al suelo con las manos en la cabeza para protegerse; inmediatamente seguido del estruendo del techo, otro estruendo se hizo presente. Al girarse para observar lo ocurrido, Strange y Wong vieron que la escalera principal tenía un agujero enorme en el centro, y que parte del techo estaba derrumbado.
Stephen llamó a su capa, y Wong conjuró armas astrales con sus manos. Subieron los peldaños que les llevaban hacia las escaleras destrozadas, encontrándose con algo que no esperaban: dos personas, tendidas entre los escombros, cubiertas de polvo y trocitos de cemento y madera. Les rodeaba una especie de mandala, que se caracterizaba por sus runas nórdicas, que aparecían en cada lugar donde se situaba un portal asgardiano.
Strange y Wong les reconocieron casi enseguida.
- Thanos está llegando.- les avisó, Bruce Banner, seguido de Mía, tendida junto a él.
- Ya viene.
Ambos maestros de las artes místicas les observaron sin entender.