30. Los tipos que te disparan a ti suelen acabar disparándome a mi.

895 65 14
                                    

Las instalaciones de los Vengadores estaban más silenciosas que nunca, mientras los ocupantes del lugar recogían sus cosas para marcharse; hacían las maletas para un día, pero aún así tardaron su tiempo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Las instalaciones de los Vengadores estaban más silenciosas que nunca, mientras los ocupantes del lugar recogían sus cosas para marcharse; hacían las maletas para un día, pero aún así tardaron su tiempo. Más que nada, por saber a dónde irían.

- ¿Quieres que te ayude?

Mía alzó la vista del revoltijo de ropa que tenía en la pequeña maleta, para mirar a su novio apoyado en el marco de la puerta, cruzado de brazos y mirándola serenamente. Ella no estaba para nada serena, pero se le daba bien ocultarlo.

- Supongo que puedo aceptar algo de ayuda.- murmuró. Con eso el chico se le acercó, y se puso a doblar bien las prendas en el interior de la maleta. Metió las que faltaban rápidamente, siendo sorprendentemente meticuloso, metódico y eficiente en el proceso. Mía estaba sorprendida, pero esa emoción tampoco la mostró.

Al acabar, Thomas bajó la maleta al suelo, y ocupó el lugar en la cama donde previamente estaba el artefacto. Sin saber muy bien qué hacer, Mía se sentó junto a él; pasados unos minutos, el chico entrelazó las manos de ambos, dándole un leve apretón a la mano de ella.

- Sé que no tengo el derecho... ¿pero hay alguna manera de que pueda persuadirte para que no te marches a Viena para no firmar los acuerdos?

Mía suspiró, negando con la cabeza.

- Lo siento... pero me parece que es lo correcto.- ambos levantaron la mirada del suelo, mirándose a los ojos. No había tensión en el ambiente, ni malestar; solo desanimo por la evidente despedida.- ¿Alguna manera de que me acompañes?

Esta vez fue él quien negó con la cabeza. Se inclinó hacia ella, y le besó el mentón.

- Adiós, Mía.

(...)

- ¿Mamá?

Niky lo preguntó con inseguridad, con la mano en la que sujetaba el teléfono contra la oreja, temblando.

- ¡Niky! Cariño, que alegría que llames.

Llevaba mucho tiempo sin ver a su madre, por el echo de que cada dos por tres iba y volvía del norte de la ciudad.

Permaneció escuchando durante unos minutos la voz de su madre contándole lo que le había ido ocurriendo las últimas semanas, y no quiso interrumpirla. Cuando fue su turno de hablar, tuvo que tomarse un momento para reunir las palabras adecuadas; le explicó lo que pretendían que firmara, y su opinión al respecto.

- ¿En ese caso no vas a firmar?

- No.- negó con la cabeza, aunque no la viera.- Es que... es complicado. Y Shield era un organización del gobierno, y por su culpa... es que...

- ¿Es por tu padre, cierto?- inquirió su madre.- Mi niña... sabes que no...

- El gobierno se negó a mandar a alguien para sacar a papá de su misión. Ellos... por su culpa...

Los protegidos de los Vengadores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora