60. Ahora o nunca, cueste lo que cueste.

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- Creo que este es un momento idóneo para decir que no tengo ni la más remota idea de cómo utilizar herramientas de construcción midgardianas

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- Creo que este es un momento idóneo para decir que no tengo ni la más remota idea de cómo utilizar herramientas de construcción midgardianas.

- Pues aparta tu culo fofo y deja trabajar a los profesionales.

Rocket pasó al lado de Thor, llevando unos cables y unos tubos de hierro en las patas, arrastrando dicho material por el suelo a sus espaldas. El dios del trueno lo observó ofendido, girándose levemente para mirarse sus reales posaderas, solo para confirmarse a si mismo que no estaba tan gordo.

Había cogido peso, sí, pero en su opinión, su encanto no solo dependía de su aspecto físico. Aunque echaba de menos sus abdominales, debía admitir que su nueva barriga le era muy útil para apoyar los platos de comida mientras cenaba en el sofá.

Thor se giró al escuchar entrar alguien más a la sala, viendo tras sus gafas de sol oscurar  a Marie junto a Svenia. Ambas chicas pasaban por allí para llegar hasta el hangar en el cual se estaba montando la plataforma para viajar en el tiempo.

- ¿Sabéis donde está la cocina desde aquí? Necesito... necesito beber algo.

Después de que se lo indicaran, Thor pudo conseguir una cerveza. La encontró escondida, al fondo del estante superior de la nevera. Sonrió por su logro antes de abrirla, y pegarle un buen sorbo.

- Por los calzoncillos de Hulk, ¿es que no puedes parar de beber ni por dos minutos?

Thor se atragantó al escuchar la voz de Mía, y comenzó a toser cuando el líquido se le fue para el otro lado. La miró, apoyada contra la encimera de la isla, negando con la cabeza. David estaba con ella, ahora rebuscando algo en los estantes con fervor.

- Me relaja.

- Claro, eso es lo que hace el alcohol.- coincidió ella.- Y hacerte olvidar tus problemas también, ¿no? Por eso llevas cinco años bebiendo sin parar.- señaló su estómago inflado, evidencia de sus malos hábitos recientes.

- Yo no...

- ¡Las encontré! David cantó victoria cerrando la puerta del armario con un golpe seco.- Tenía un antojo terrible por pastelitos de plátano. Es como si tuviera la regla, joder.

Thor sonrió al ver a Mía fruncir el ceño, asqueada. Aún odiaba los plátanos.

- ¿Por qué sonríes?

- Por nada.- negó, bebiendo un poco más de su lata.- Veo que te has hecho algunos tatuajes.

- Sí.- asintió ella, algo cortante, sin siquiera mirarlo, mientras cogía una botella de agua de la nevera. Desde donde estaba Thor podía verle los pies, a la vista por las sandalias que llevaba. En su tobillo había un pequeño rayo.

Eso significó mucho para él. Más de lo que Mía podría imaginar. Ella aún le quería, o al menos tenía aprecio. No todo estaba perdido, aún con lo cabronazo que había sido.

Los protegidos de los Vengadores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora