38. Soy la diosita del trueno.

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- ¿Y quién es el Gran Maestro? ¿Es una especie de buda? ¿O un Dalái Lama?

- ¿Qué clase de palabras son esas?- frunció el ceño.- ¿Y qué demonios es un Buda? ¿Se come?

- Está claro que no estás familiarizada con el karma.- Mía sonrió al ver la confusión en el rostro de su captora. Decidió aprovechar el momento-: Es una bestia enorme y feroz que viene a por ti si tratas mal a las personas, sobre todo si las electrocutas. Buda es como su líder, y yo estoy bajo su protección, así que no sabes con quién te estás metiendo.

La mujer simplemente rodó los ojos, sin caer en la patraña.

- Me he enfrentado a cosas peores que una bestia feroz. A la muerte misma, y aquí estoy. No me intimidarás con palabrería inventada.

- ¿Y qué día es? Mi reloj biológico está desestabilizado de su orden natural.

- El tiempo pasa distinto en Sakaar. Sea de donde sea que vengas... el tiempo es distinto.

- ¿El tiempo del reloj o el tiempo del cielo?

- Déjate de tonterías, y cierra el pico. O te mandaré a las celdas antes de tiempo.

- Lo que tú digas. Y de todas formas, ya nos veremos en el infierno.

- ¿Dónde?- la chatarrera no comprendía nada en absoluto.- Está claro que a pesar de tus apariencias, tú no eres de Asgard.

- Ya, ya...- Mía lo pensó durante unos segundos.- Espera, ¿Cómo sabes que no soy de Asgard?

Pero no le pudo responder ya que las puertas de una enorme sala se abrieron, dando paso a una fiesta alborotada, colorida, y con gente de todo tipo.

- ¿No has dicho que la cosa iba de gladiadores por aquí?- Mía estaba confusa.- Creo que el concepto de batalla y botellón no están relacionados entre si.

- Cierra el pico.

La chatarrera llevó a la ojiazul ante un hombre tan o más extrovertido que la ciudad entera. Llevaba una túnica exótica, sandalias a juego, y bajo el labio tenía pintada una raya azul que le bajaba por la barbilla.

- Mi chatarrera favorita.- exclamó al ver la mujer que arrastraba a Mía, a la cual observó durante unos segundos.- ¿Otro gladiador más? Vaya, hoy estás que te sales.- le sonrió bobamente, antes de girarse a una especie de guarda de seguridad con una expresión de bulldog.- Te dije que ella era la mejor chatarrera de todas. Por eso la pago tan bien.

- Parece algo flacucha, pero está claro que tiene experiencia. La encontré en una nave con armas avanzadas.- explicó.- Esa clase de armas no las tiene cualquiera. Y servirá para que mi anterior entrega haga un calentamiento antes de enfrentarse al gran campeón.

- Me parece buena idea.- el que Mía supuso que era el Gran Maestro sonrió.- Dime... niña.- miró a la joven de arriba a abajo.- ¿Cómo te llamas?

Los protegidos de los Vengadores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora