9- Si nos matan, te mato. Quid pro quo, ¿entiendes?

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El temible día de la mudanza había llegado en la casa de los Sanders

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El temible día de la mudanza había llegado en la casa de los Sanders. El padre estaba estresado, igual que la madre; la hija, en cambio, estaba nerviosa.

Habían pasado tres días desde que le había contado a sus amigos lo de su mudanza, y deseaba haberlo hecho antes. Los últimos días habían sido dedicados a pasar tiempo juntos en la torre de los Vengadores, además de hacer experimentos ridículos y peligrosos en el laboratorio de Tony y Bruce. Eso fue lo más divertido.

Ninguno de ellos había regresado a la academia, y no pensaban hacerlo por el momento. De todas formas, lo que aprendiesen ahí lo podrían aprender también en la torre.

- ¡Hope!¡Baja ahora mismo!

Resignada, la nombrada se bajó del alfeizar de su ventana y caminó entre las distintas cajas que contenían sus efectos personales. Había tenido que empaquetarlo todo, obviamente, y odió el proceso. Sentía que su habitación estaba desnuda.

Bajó las escaleras lentamente, apreciando lo que durante catorce años había sido su hogar. No es que nunca le hubiera gustado mucho su casa; de pequeña le daba miedo subir al tercer piso, y le tenia pavor a los rellanos de las escaleras durante la noche... Pero había crecido ahí, y no podría evitar echarlo todo un poquito de menos.

Una vez en el rellano principal, vio de nuevo a los trabajadores encargados en llevarse las cajas al camión de mudanzas. Les había estado esperando en su habitación para indicarles qué cajas eran más frágiles, pero tardaban muchísimo; seguramente recogerían sus cosas las últimas.

- Hay una chica en la entrada. Dice que ha venido a verte.- le dijo su padre, pasando junto a ella con una caja en brazos.- Ya podrías ayudar tú también a llevar cajas, niña. También son tus cosas.

Hope reprimió su respuesta y fue a ver quién estaba ahí; era Niky. Como siempre, iba con ropa deportiva, y su pelo castaño recogido en una coleta. Observaba a los tipos del camión de mudanzas con una mueca de desagrado.

- Son gordísimos.- su mueca se intensificó.

- Demasiadas hamburguesas, en mi opinión.

Niky se giró hacia ella, apartando la mirada de las ballenas con piernas y brazos.

- ¿No era que te ibas por la noche?

- Sí, pero se llevan las cosas por la mañana. Así cuando lleguemos a D.C, ya estarán ahí.

- Suena lógico.- murmuró, asintiendo levemente con la cabeza.- He venido a secuestrarte.

- Creo que esas palabras son poco acertadas dada nuestra situación octópoda.- le susurró, apartándola un poco de la puerta principal.

- Que más da, tú me entiendes.- Hope rodó los ojos.- Quiero que vengas conmigo al parque en el que jugábamos de pequeñas.

- ¿Para qué? ¿Recordar los tiempos en los que me tirabas del columpio para montarte tú?

Los protegidos de los Vengadores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora