15- Dragones imaginarios.

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- ¿Mía?

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- ¿Mía?

Thor llamó a su puerta con suavidad, procurando no alarmarla por si estaba alterada; o más bien, enfadada.

No recibió respuesta, pero sí consiguió que su protegida e hija incrementara el volumen de la música que estaba escuchando.

Consideró forzar la puerta, acción que le resultaría sencilla, pero no quería comenzar su relación paternal con ella de esa forma; la conocía lo suficiente como para saber que no debía molestarla en esos momentos, si en el futuro próximo pretendía tener una buena relación con ella.

- Sabia decisión si la dejas tranquila.

Marie salió de su habitación a tiempo para verle retirar la mano del pomo de la puerta que tenía delante.

- Creo que no quiere verme.- dijo el dios del Trueno.

- Ni a ti ni a nadie, la verdad. Bueno, a Hope quizás.- se encogió de hombros.- Se pone así cuando está verdaderamente preocupada, y a la vez enfadada. Se aisla.

Thor asintió con la cabeza, entendiendo  lo que quería decirle.

- Pero tranquilo, se le pasará. Después de unas horas y unos cuantos cafés, estará como nueva.

- ¿Café? ¿No era una bebida para adultos?

- Bueno... Supongo que sí. Pero con quince años ya es normal que se tome café diariamente.

- Los Midgardianos sois muy extraños.

Marie soltó una risita.

- Igual que los Asgardianos para nosotros.- ladeó la cabeza un poco, pensando en algo.- Aunque si quieres hablar con Mía ahora, por vuestro asunto personal...- prefería no inmiscuirse.- Puedes llevarle más café. Y algunas chuches o chocolate. Al principio puede que te lo rechace, pero acabará cediendo.

No perdía nada por probar; desde luego que tenía urgencia por hablar con ella cuanto antes.
Le dio las gracias a Marie y fue a la cocina a buscar lo que le había indicado. Por suerte el café ya estaba hecho y aún caliente, por lo que solo tuvo que colocarlo en una taza. Al no saber qué dulces elegir, cogió una bolsa de cada variedad a su disposición.
Eso serviría.

Llevó todo sobre una bandeja, y se las arregló para llamar a la puerta de Mía una vez delante de esta. Tuvo que repetir ese acto unas cuantas veces hasta que al fin la chica entreabrió la puerta.

- ¿Qué quieres?

- Te traigo café y comida. ¿Puedo pasar?

Al parecer utilizó las palabras correctas, ya que le permitió el acceso a su morada.

Contempló la habitación por unos segundos antes de dejar la bandeja sobre una mesa cercana: la decoración por lo general era igual que en el resto de habitaciones de invitados. Clint le había explicado en su llegada que cuando los jóvenes fueron presentados al mundo como sus futuros sucesores, habían conseguido llevarse algunas pertenencias de sus casas en los momentos en que la prensa estaba distraída. Por el momento vivirían en la torre, ya que solo hacía unos días que se les había descubierto. Los periodistas no remitirían hasta una semana después, por lo menos.

Los protegidos de los Vengadores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora