III

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Hasta ahora.

—Te deseo, Bananas…

______ parpadeó cuando Justin se apartó ligeramente de ella y fue consciente del momento. Se dio cuenta de que la parte honorable de Justin no la obligaría a hacer nada que no quisiera hacer. Ahora tenía la oportunidad de salir de debajo de él y marcharse. Con un poco de suerte, él no recordaría nada de lo sucedido.

Pero hubo algo que se lo impidió. Que la hizo quedarse allí clavada mientras le miraba fijamente. Una parte de ella sabía que aquél era el único momento en el que tendría su atención de forma total. Cumpliría los treinta dentro de diez meses, y todavía no había experimentado lo que se sentía al estar con un hombre. Ya era hora de que lo hiciera, y estaba bien que fuera con el único hombre al que había amado en su vida.

Conservaría aquella noche en su alma, la acunaría en su corazón para siempre. Y cuando volviera a verle tendría un secreto del que él no sabría nada aunque hubiera sido el responsable de que ocurriera.

Cautivada por su mirada profunda y oscura, ______ supo que era sólo cuestión de minutos que Justin tomara su silencio como consentimiento. Ahora que había tomado una decisión, no quería esperar siquiera aquellos minutos. Cuando sintió más calor líquido entre las piernas, alzó los brazos para rodearle el cuello y puso la boca sobre la suya. En cuanto lo hizo, el placer estalló entre ellos y la lanzó a un espejismo de sensaciones con las que no había soñado siquiera.

Empezó a besarla apasionadamente, y en su mente ofuscada por el deseo, ______ apenas fue consciente de que le estaba quitando la blusa por la cabeza y de que luego le desabrochó el sujetador. Lo que sí supo fue el momento exacto en el que se introdujo uno de sus pezones entre los cálidos labios y empezó a succionarlo.

Unas oleadas de placer atravesaron cada parte de su cuerpo, como si hubiera sido atravesada por un misil atómico. Sujetó la cabeza de Justin entre sus brazos para evitar que dejara de besarla. Se le escaparon de entre los labios unos gemidos que no se creía capaz de emitir y no pudo evitar frotar la parte inferior de su cuerpo contra él. Necesitaba sentir la dureza de su erección entre las piernas.

Como si quisiera más, Justin le levantó la falda y siguió la senda de aquel punto de su cuerpo que ardía más que cualquier otro: su húmedo y cálido centro. Deslizó una mano por el borde de sus braguitas y, como si su dedo supiera exactamente qué andaba buscando, lo dirigió con diligencia hacia su clítoris.

—¡Justin!

Todo su cuerpo tembló y con la firmeza de un hombre con una misión, él empezó a acariciarla con unos dedos que deberían estar prohibidos, igual que sus hoyuelos.

—Te deseo —aseguró él con tono gutural.

Y entonces volvió a besarla apasionadamente, deslizando la lengua por toda su boca, saboreándola como si hacerlo fuera su derecho.

Estaba tan metida en el beso que no se dio cuenta de que se había quitado los calzoncillos y a ella las braguitas hasta que sintió su piel contra la suya. Justin tenía la piel caliente y el contacto de sus muslos de acero sobre los suyos penetraba cada poro de su cuerpo.

Y cuando dejó de besarla para colocar su cuerpo sobre el suyo, ______ estaba tan poseída por el deseo que fue incapaz de hacer nada para detenerlo.

Entonces él se inclinó y capturó su boca al mismo tiempo que entraba en su cuerpo. ______ no pudo evitar gritar de dolor, y, como si presintiera lo que había ocurrido y lo que significaba, Justin se quedó muy quieto. Apartó la boca de la suya y la miró mientras seguía dentro de ella. Sin saber qué pensamientos se le estaban pasando por la cabeza respecto a su virginidad y sin querer saberlo, le abrazó. Al principio pensó que iba a deshacerse, pero cuando el cuerpo de Justin embistió el suyo le transmitió su ardiente calor, creando un fuego que ya no era capaz de seguir conteniendo.

La estaba devorando con sus besos como nunca antes la habían devorado, y ______ no pudo evitar gritar cuando su lengua se hizo con el control. La parte inferior del cuerpo de Justin le enviaba oleadas de placer que chocaban contra ella y que la hacían contener el aliento.

Justin dejó de besarla para mirarla mientras seguía haciéndole el amor, cabalgándola como montaba a los caballos que domaba. Era bueno. Y también glotón. Para mantener su ritmo, ______ siguió moviendo las caderas contra las suyas mientras las sensaciones de su interior se intensificaban hasta un grado que supo que no podría seguir manteniendo mucho tiempo. Entonces le pasó algo que nunca antes le había ocurrido, y supo lo que era en el momento en que tuvo lugar. Justin entró más profundamente en ella, cabalgándola hasta un clímax de proporciones monumentales.

—¡Justin!

Él bajó la cabeza otra vez y le deslizó la lengua en la boca. Ella continuó apretándose contra sus caderas, aceptando todo lo que le estaba dando. Unos instantes más tarde, tras dejar de besarla, echó la cabeza hacia atrás, susurró otra vez su nombre en tono gutural, y siguió acariciándola con dulzura.

La noche de su vida | j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora