XVIII

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Trató de ignorar el tono ronco de su voz y cómo la estaba mirando, y trató de concentrarse en lo que acababa de decirle. Necesitaba verla. Sí, claro. Podría haber dicho algo mejor, sobre todo teniendo en cuenta que no había descolgado el teléfono para llamarla ni una sola vez desde su cita del sábado por la noche. ¿De verdad creía que pensara que la necesidad de verla le había llevado hasta su puerta? Se preguntó si su cita de aquella noche le habría fallado y ella era su plan de reserva.

Decidió preguntárselo. Se cruzó de brazos y dijo:

—Déjame adivinar. Tu cita te ha dejado colgado y yo era la siguiente de la lista.

Tras pronunciar aquellas palabras se dio cuenta de que había cometido un error. Primero, dudaba seriamente que ninguna mujer le dejara colgado, y sería mucho presumir pensar que ella pudiera estar en alguna lista suya.

Justin inclinó la cabeza, como si quisiera verla con más claridad.

—¿Es eso lo que piensas?

______ sacudió la cabeza.

—Seré sincera contigo, Justin: no sé qué pensar.

Él se acercó un poco hacia delante, bajó la cabeza y le susurró al oído:

—Invítame a pasar y te prometo que no tendrás que pensar en nada.

Y eso era lo que le daba miedo.

______ dejó escapar un profundo suspiro y pensó que sería capaz de manejar la situación. Abrió la puerta y se echó atrás, pensando que ojalá fuera cierto.

«¿Qué diablos estoy haciendo aquí?», se preguntó Justin cuando pasó rozándola. Había captado su aroma en cuanto ______ abrió la puerta, y como siempre sucedía, estaba jugando con sus sentidos.

Se dio la vuelta cuando la escuchó cerrar la puerta detrás de él y la miró fijamente. Por alguna razón no tenía ganas de apartar los ojos de ella. ¿Qué le pasaba? ¿Desde cuándo permitía que una mujer le afectara de aquel modo? Estaba allí apoyada contra la puerta con los pies descalzos, leggings y una camiseta. Y su típica cola de caballo. Parecía estar cómoda. Y estaba muy sexy. Maldición. Justin se aclaró la garganta.

—¿Qué plan tienes para esta noche?

______ se encogió de hombros.

—No tengo ningún plan. Iba a ver una película.

—¿Te gustaría ir a patinar sobre ruedas?

El brillo de la lámpara de la mesilla capturó la expresión de sorpresa de su cara.

—¿Quieres que volvamos a salir?

Justin se dio cuenta de que había un tono de sorpresa en su voz. Y de cautela.

—Sí. Sé que tendría que haber llamado antes, y lo siento. Y para que quede claro, cuando salí de mi casa no tenía ninguna cita. Me subí al coche y terminé aquí. Lo que dije antes era cierto. Necesitaba verte.

La duda se reflejó en el rostro de ______.

—¿Por qué, Justin? ¿Por qué necesitabas verme?

Habría sido muy fácil aprovechar el momento y ser claro, y decirle: «Sé quién eres. Sé que eres la mujer con la que hice el amor en lo que debía de ser un momento de debilidad pero terminó siendo el momento íntimo con una mujer que mejor recuerdo. No importa lo que haga o dónde vaya, tu aroma va siempre conmigo. Eres la responsable del deseo que se apodera de mí cada vez que pienso en ti, cada vez que te veo. Incluso ahora siento una palpitación en la entrepierna y lo que más deseo en el mundo es volver a hacerte el amor».

—¿Justin?

Se dio cuenta en aquel momento de que no había contestado. Se había quedado allí mirándola como un obseso sexual. Cruzó lentamente la estancia, le sujetó la cabeza con ambas manos y acercó la boca a la suya.

—No sé por qué necesitaba verte esta noche —susurró con voz ronca sobre sus labios—. No puedo explicarlo. Pero necesitaba verte, estar contigo y pasar tiempo contigo. Disfruté mucho el sábado por la noche, y…

—Pues quién lo hubiera dicho.

Su voz apenas se había escuchado, pero Justin percibió el dolor en su tono. No la había llamado. Tendría que haberlo hecho. Había querido hacerlo. Pero luchó contra la tentación. Si ella supiera cuánto había luchado… Una parte de él sabía que estar ahora ahí con ella no era una buena idea, y menos pensando en todas las cosas que quería hacerle en aquel momento: contra la puerta, en el suelo, en la cama, sobre la mesa, en el sofá, en todos los rincones de su casa. Pero lo más importante era que él sabía más cosas sobre la situación que ______. Todavía no le había contado que sabía lo de su visita a su casa aquella noche.

Había pasado los últimos días revisando el vídeo una y otra vez. Resultaba evidente al ver cómo había asomado la cabeza por la puerta en un principio que no tenía intención de quedarse. Luego miró la caja y decidió meterla. Debió de oírle caerse una vez dentro, porque en la última semana Justin había recordado esa parte, cuando no llegó a la cama después de haberse levantado para ir al baño. Recordó que alguien, su Bananas, le ayudó a subirse a la cama, y lo único que recordaba después era haberle hecho el amor a una mujer.

Y aquella mujer era ella.

Las cosas todavía estaban un poco confusas, pero ya recordaba todo aquello.

—Siento no haberte llamado esta semana. Debería haberlo hecho —murmuró.

______ negó con la cabeza.

La noche de su vida | j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora