XXI

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—Eso no importa.

En el fondo sabía que ______ tenía razón. No importaba, porque al final lo que Dillon y Ramsey habían conseguido era un éxito. Estiró las piernas pensando en cómo había disfrutado durante toda la velada de la compañía de ______. Era la primera vez que se lo había pasado bien de verdad con una mujer. Había sido ella misma y no había tratado de impresionarle ni de llamar su atención. Incluso durante el trayecto de ida y vuelta a la pista de patinaje había disfrutado de la conversación, y aunque resultara difícil de creer, tenían muchas cosas en común y compartían los mismos intereses. A ambos les gustaban las películas del Oeste, las buenas comedias y eran fans de Bill Cosby y de Sandra Bullock. ______ también montaba a caballo y le gustaba ir de caza.

Pero sobre todo le gustaba estar con ella, compartiendo espacio y respirando el mismo aire. Sonrió al pensar que tampoco se le daban mal los patines. Había disfrutado recorriendo la pista con ella, escuchando su risa y viéndola sonreír. Y le había encantado pasarle la mano por la cintura cuando patinaban.

—Lo he pasado de maravilla esta noche, Justin. Me he divertido de verdad.

Justin la miró. En algún momento ______ se había quitado las botas y se había sentado sobre las piernas en el sofá. Recordó cómo aquellas mismas piernas se habían enredado en su cintura mientras hacían el amor. Cuanto más tiempo pasaba con ella, más cosas recordaba de la noche que habían pasado juntos.

—Yo también lo he pasado muy bien —aseguró.

—Eres muy bueno con los patines.

—A ti tampoco se te da mal —Justin se preguntó por qué estaba allí sentado charlando con ella cuando lo que de verdad deseaba hacer era reunirse con ella en el sofá.

Por el modo en que estaba moviendo los dedos sobre la rodilla, podía decirse que le estaba poniendo nerviosa.

—______, ¿te molesta que esté aquí?

—¿Por qué dices eso?

—Porque yo estoy aquí y tú allí —contestó sin vacilar.

Vio cómo se lamía nerviosamente el labio inferior y al instante la parte baja de su cuerpo respondió.

—No hay nada que te obligue a estar allí, Justin —dijo ______ con voz dulce.

Él no pudo evitar sonreír ante su seducción. Tenía razón. No había nada que le retuviera en aquella butaca cuando lo que más deseaba era estar en el sofá con ella. Sabía que lo que debería hacer era ponerse de pie, darle de nuevo las gracias por la velada y salir por la puerta para no volver jamás, pero siguió sentado durante un minuto. Sabía con certeza que no iba a hacer algo así.

Y también sabía que ______ no tenía ni la más remota idea de lo que provocaba en él, lo que significaba para él estar allí. Pensaba que la intensa atracción que sentía hacia ella estaba relacionada con la noche que habían hecho el amor. Pero eso no tenía ningún sentido, porque les había hecho el amor a muchas mujeres con anterioridad y no habían dejado en él la misma huella. Entonces, ¿por qué el tiempo con ella era distinto, y por qué estaba tan dispuesto a aceptarlo?

La respuesta hizo que temblara por dentro. Sintió una presión en el pecho y la sangre le discurrió con más fuerza por las venas. ______ estaba clavada dentro de él y sólo conocía una manera de sacarla de allí. Cuando hicieron el amor no estaba completamente consciente, y tal vez aquél fuera el problema. Ahora necesitaba hacerle el amor con plena lucidez aunque sólo fuera para sacársela de sus pensamientos. Entonces podría seguir adelante con su vida y ella con la suya. Pero antes de que todo terminara, tenía intención de decirle que sabía que ella era la mujer que le había visitado aquella noche.

Justin decidió que estaba pensando demasiado en lugar de actuar, y se levantó de la butaca.

No había hacia dónde huir ni dónde refugiarse.

______ sabía en el fondo que no quería hacer ninguna de las dos cosas mientras observaba cómo Justin se acercaba lentamente a ella. ¿Por qué se estaba poniendo tan tensa y tan nerviosa? ¿No había tomado la decisión de seducirle aquella noche? Pero parecía como si Justin hubiera decidido tomar él mismo las riendas.

Su visita había sido una sorpresa. No esperaba verle aquella noche. Era la última persona que esperaba encontrarse en su casa. No sólo había aparecido, sino que además había vuelto a salir con ella. A patinar. Era su segunda cita, y había asegurado que estaba allí porque necesitaba verla.

Sabía que eso no era más que una frase hecha, y que a los hombres como Justin se les daba bien decir cosas así. Decían lo que pensaban que las mujeres querían oír. Pero eso no le había impedido salir con él, disfrutar de los momentos que había pasado a su lado y ser lo suficientemente avariciosa para querer más. Tomaría todo lo que Justin le quisiera dar. Al día siguiente se despertaría y se odiaría a sí misma por ser tan débil, pero también tendría un sonrojo de mujer satisfecha dibujado en el rostro.

No le cabía ninguna duda de que Justin tenía intención de hacerle el amor. Lo había hecho con anterioridad, y a juzgar por la intensa y oscura mirada de sus ojos, pensaba volver a hacerlo. Y aquella noche no encontraría ninguna resistencia, porque le amaba con toda su alma y estaba secretamente agradecida de poder pasar aquel tiempo con él.

Justin se colocó a su lado en el sofá.

—Hay algo seductoramente dulce en tu aroma, ______.

La noche de su vida | j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora