XIII

6.9K 289 0
                                    

Parpadeó sorprendido al mirarla. Parecía distinta.

Siempre había sido una chica guapa, pero aquella noche estaba absolutamente espectacular.

La cola de caballo había desparecido. El cabello le caía en ondas sobre los hombros. Y se había hecho algo en los ojos que los hacía todavía más impresionantes. Todo su aspecto mostraba sofisticación.

Y luego estaba el conjunto que se había puesto. No era demasiado atrevido, aunque sí lo bastante para mantenerle alerta toda la noche. El vestido de punto era de color ciruela y llevaba botas negras. No estaba excesivamente arreglada para ir al cine, y Justin pensó que su atuendo era perfecto. Y le quedaba de maravilla, porque le enfatizaba la estrecha cintura y mostraba un par de piernas preciosas embutidas en medias.

Transcurrieron unos segundos antes de que fuera capaz de abrir la boca para hablar, y al observar la sonrisa de ______ supo que ella era consciente del efecto que estaba causando en él. No pudo evitar sonreír a su vez. ______, la que era «bonita», había dado paso a una criatura tan impresionante que cortaba la respiración.

—Justin.

Él dejó escapar el aire.

—______.

—Tengo que ir a por la chaqueta. ¿Quieres entrar un momento? —le preguntó.

Justin sintió otra sonrisa asomándose a los labios. Le estaba invitando a pasar.

—Por supuesto.

Cuando pasó rozándola, le temblaron las rodillas al percibir el aroma de su perfume. Era la misma esencia que le había despertado aquel martes por la mañana. La misma que permanecía en su cabeza. Era la única mujer que le había hecho dormir con sus braguitas cada noche debajo de la almohada. Aspiró con fuerza el aire para recibir más fragancia a través de las fosas nasales.

—¿Te gustaría tomar algo antes de irnos?

—No, gracias —respondió Justin mirando a su alrededor.

—Sólo tardaré un momento en ir a por la chaqueta.

—Tómate tu tiempo —dijo él observando los movimientos de su vestido mientras se alejaba. Especialmente cómo se le ajustaba por detrás.

Se forzó a apartar la mirada cuando ella entró en el dormitorio y siguió mirando su casa. Pensó que era pequeña pero suficiente para ella. Y estaba muy ordenada, no había ni una sola cosa fuera de sitio. Incluso las revistas de la mesa parecían estar en perfecta posición. Le gustaba la chimenea, y podía imaginársela prendida. Podía imaginarse a ______ tumbada en el suelo frente a ella en uno de aquellos días en los que fuera nevaba y hacía frío.

—Ya estoy lista, Justin.

Él se dio la vuelta y la miró. Estaba parada al lado de una lámpara de pie y la luz capturaba su belleza. Durante un instante se quedó allí mirándola fijamente, incapaz de apartar los ojos de ella. ¿Qué diablos le estaba pasando? Supo la respuesta cuando sintió la sangre acumularse en su entrepierna. Sería muy fácil para él sugerir que se olvidaran del cine y se quedaran allí. Pero sabía que no podía hacer algo así. Sin embargo, había otra cosa que sí podía hacer, algo que se sentía inclinado a llevar a cabo en aquel momento.

Se acercó lentamente a ella con el corazón latiéndole con fuerza dentro del pecho a cada paso que daba. Y cuando la tuvo delante pronunció las únicas palabras que podía decir en aquel momento. Palabras que sabía que eran completamente ciertas.

—Estás sencillamente bella esta noche, ______.

Ella no supo qué decir. Su cumplido le provocó un calor que la atravesó por completo. Su mente le advirtió que aquel hombre era zalamero, sofisticado y experimentado. Como la mayoría de los hombres, diría cualquier cosa con tal de puntuar. Pero en aquel momento no le importaba. El cumplido había venido de Justin Bieber, y para ella eso lo significaba todo.

—Gracias, Justin.

Él inclinó la cabeza y le murmuró bajito al oído:

—De nada.

Mantuvo la cabeza inclinada hacia aquel ángulo, y ______ supo sin ningún género de dudas que pretendía besarla. Y aquella certeza le provocó una serie de cálidas sensaciones que le subieron de la punta de los pies hasta la cabeza.

—¿______?

El ronco tono de su voz acarició cada rincón de su interior.

—¿Sí?

Justin alzó la mano para sujetarle la barbilla y acercar el rostro al suyo. A ella se le aceleró el pulso cuando una lenta sonrisa se le dibujó en los labios en el instante en que sus miradas se cruzaron.

—Necesito besarte.

Y antes de que ______ pudiera volver a tomar aire, él bajó la boca hacia la suya.

La otra noche la había besado en numerosas ocasiones en medio de la pasión, pero ______ pensó inmediatamente que este beso era distinto. La pasión seguía allí, pero no se expandía fuera de control como aquella vez. Lo que estaba haciendo Justin era robarle lenta y deliberadamente los sentidos.

Le deslizó la lengua entre los labios con un gemido sin aliento. Parecía no tener prisa en hacer otra cosa que no fuera estar allí recorriendo cada rincón de su boca. Sus besos sabían al caramelo de menta que sin duda se había tomado antes.

La noche de su vida | j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora