IX

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—Nos conocemos desde hace años. Y nunca me habías pedido salir antes. De hecho, nunca has mostrado el menor interés por mí.

Él se rió entre dientes.

—No es que no quisiera mostrar interés, ______, pero valoro mi vida y todas las partes de mi cuerpo.

Ella alzó una ceja y detuvo el tenedor a medio camino de la boca.

—¿Qué quieres decir?

Justin le dio un sorbo a su té helado y luego curvó los labios.

—Me advirtieron hace mucho que me apartara de ti y me tomé la amenaza muy en serio.

______ estuvo a punto de dejar caer el tenedor.

—¿Qué quieres decir con que te advirtieron que no te acercaras a mí?

Aquello era imposible. Nunca había tenido ningún novio tan celoso como para hacer algo así.

Una sonrisa iluminó el rostro de Justin.

—Créeme, tu padre sabe cómo asustar a un hombre.

A ella empezó a darle vueltas la cabeza al mismo tiempo que el corazón le latía con fuerza contra las costillas.

—¿Mi padre te advirtió que te alejaras de mí?

Él sonrió.

—Sí, y me lo tomé muy en serio. Fue el verano en el que ibas a irte a la universidad. Tenías dieciocho años y yo veintidós, y acababa de volver a casa de la universidad. Asististe al baile benéfico de los Bieber con tus padres. Él me vio mirándote, seguramente pensó que mi interés no era noble y me llevó a un aparte para decirme que mantuviera mis ojos apartados de ti, o en caso contrario…

______ tragó saliva. Conocía a su padre. Ladraba más que mordía, pero la mayoría de la gente no lo sabía.

—¿O en caso contrario qué?

—O en caso contrario me sacaría los ojos de las órbitas. Lo último que quería era que su hija saliera con un Bieber.

______ no sabía si reír o llorar. Sabía que su padre sería capaz de hacer una amenaza así porque era muy protector con ella. Pero dudaba que Justin supiera lo mucho que la halagaban sus palabras. ¿Se había interesado en ella cuando tenía dieciocho años?

______ se humedeció nerviosamente los labios con la punta de la lengua y no pudo evitar ver cómo la mirada de Justin se deslizaba hacia su boca. La piel empezó a arderle al pensar que se había sentido atraído hacia ella sin que ella tuviera la menor idea, y sin embargo…

—Vamos, Justin, eso fue hace más de diez años —le dijo con tono burlón.

—Sí, pero seguramente no recuerdes que hace unos cuantos años me pasé por la tienda de pinturas para comprar algo y tú estabas en el mostrador y me atendiste.

Oh, ______ recordaba muy bien aquel día, habían pasado tres años y no había sido capaz de olvidarlo. Pero por supuesto, eso no iba a contárselo.

—Fue hace mucho, pero creo que recuerdo aquel día. Necesitabas un bote de disolvente —podría decirle de qué marca era y cuánto había pagado por él.

—Sí, bueno, aquel día tenía pensado pedirte que saliéramos, pero el señor Conyers me dirigió una mirada que me recordó la conversación que habíamos tenido hacía unos años.

______ no pudo evitar reírse. Se sentía bien. Así que Justin también había querido hablar con ella.

—No puedo creer que le tuvieras miedo a mi padre.

—Créeme, esa mirada asustaba. Y tampoco ayudó que mi primo Bane le robara unos años antes un bote de pintura y lo utilizara para hacer un grafiti en la puerta de la tienda del señor Milner. Firmó diciendo que era un regalo de tu padre.

______ se secó las lágrimas de la risa.

—Yo estaba en la universidad, pero me enteré de la noticia. Mamá me escribió y me contó todos los detalles. Tienes razón, papá estaba enfadado, y también el señor Milner. Tu primo Bane tenía fama de meterse en todo tipo de líos.

Bane no era el único Bieber que tenía mala reputación. Los hermanos pequeños de Justin, los gemelos Adrian y Aidan, así como su hermana pequeña, Bailey, habían estado siempre pegados a Bane y se habían metido en tantos líos como él.

No hacía falta decir que todo el mundo en la ciudad se ponía a la defensiva al ver a un Bieber cruzarse en su camino. Pero ______ había oído a su padre decir más de una vez últimamente que Dillon y Ramsey habían hecho un buen trabajo criando a sus hermanos y manteniendo unida a la familia, y que les admiraba por ello. Sabía que mucha gente en la ciudad pensaba lo mismo. Todos los Bieber habían ido a la universidad y habían emprendido negocios prestigiosos o tenían buenos trabajos. Y juntos formaban una de las familias más ricas del país. La gente ya no les temía, les respetaban.

—Mira cómo han salido las cosas al final, Justin —se escuchó decir—. Los gemelos están en Harvard. Bailey terminará sus estudios en la universidad de aquí en un año, y Ramsey mencionó que Bane quiere convertirse en marine. En ese caso tendrá que aprender disciplina, entre otras cosas.

Justin se rió entre dientes.

—Eso no será fácil para él —le dio otro sorbo a su té helado—. Entonces, ¿salimos el sábado por la noche o qué?

Una cita con Justin Bieber…

No pudo evitar sentir un escalofrío de emoción. Pero al mismo tiempo sabía que debía ser realista. Saldría con ella el sábado por la noche, y probablemente con otra chica el domingo. Le había dicho que fueran al cine, no a Las Vegas a casarse.

Se tomaría aquella cita como lo que era y no pondría demasiadas ilusiones. Pero no pudo evitar sonreír al pensar en que se sentía atraído por ella desde que ella tenía dieciocho años.

—Sí, me encantaría ir al cine contigo el sábado por la noche, Justin.

La noche de su vida | j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora