XX

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Justin miró a ______, que estaba en la fila para que les dieran sus patines. Había dos palabras que describieran los vaqueros que llevaba puestos: ajustados y ceñidos. Y había otra palabra que describía su aspecto aquella noche: sexy.

Tenía que dejar de mirarla cada vez que tenía oportunidad, así que miró a su alrededor. Contaba con que el sitio estaría abarrotado porque era viernes por la noche, pero ¿por qué había más niños que adultos? Hacía muchos años que no iba a patinar, pero seguía pensando que eran horas para que los niños estuvieran en la cama.

Se rió al recordar cómo un preadolescente se le había acercado unos instantes atrás para decirle que confiaba en que ______ y él fueran lo suficientemente rápidos con los patines como para no interponerse en el camino de los demás. Qué diablos, no eran tan mayores.

—¿De qué te ríes?

Justin alzó la vista y vio que ______ había regresado con sus patines. Cuando le contó lo del niño, ella sonrió.

—¿Ya no hay hora límite de llegada en esta ciudad para los adolescentes? —preguntó Justin.

Ella negó con la cabeza.

—Ya no.

Justin alzó una ceja.

—¿Cuándo la eliminaron? —pensó que ______ debería saberlo porque su padre había formado parte del ayuntamiento de la ciudad de Denver durante años.

Ella sonrió con dulzura.

—La eliminaron cuando Bane cumplió dieciocho años.

Justin se la quedó mirando durante un segundo, vio que estaba hablando en serio, echó la cabeza hacia atrás y se rió con tantas ganas que la gente se les quedó mirando.

—Estás montando una escena, Justin Bieber —susurró ella.

Justin sacudió la cabeza y la atrajo hacia sí.

—¿Hay algún lugar en el que Bane no haya dejado su marca?

—Según mi padre, la respuesta a esa pregunta es «no». Y ahora vamos para allá, anciano, o ese niño volverá para decirnos que nos apartemos.

Justin le pasó el brazo por la cintura.

—Yo te enseñaré quién es un anciano aquí —dijo tomándola de la mano para tirar de ella.

Eran más de las tres de la madrugada cuando Justin llevó a ______ a casa, y sonrió cuando la acompañó dentro. Le había llevado su tiempo, pero finalmente le había mostrado a ese niño bocazas por qué se había ganado una reputación como patinador cuando era joven. Y entonces, cuando el niño se enteró de que era un Bieber, primo del famoso Bane Bieber, tuvo que firmarle un autógrafo.

—¿Puedes creer que esos chicos crean que Bane es una especie de héroe? —preguntó dejándose caer en la butaca de ______.

Ella se rió entre dientes mientras se sentaba en el sofá frente a él.

—Sí, puedo creerlo. Bane era lo suficientemente osado como para hacer todas esas cosas terribles que seguramente a ellos les gustaría intentar aunque sepan que no pueden. Dime, ¿quién en su sano juicio huiría en el coche del sheriff mientras él le está poniendo una multa a alguien, aparte de Bane? Se convirtió en toda una leyenda, no hay más que leer las cosas que las chicas escribían en las paredes del baño del instituto sobre los gemelos y él.

Justin la miró.

—¿Cómo sabes lo de los baños? Eso fue después de que tú terminaras el instituto.

______ sonrió y se recostó en los cojines.

—Tenía una prima pequeña a la que le gustaba Aidan y siempre hablaba de él y de los problemas en los que se metían Aidan, Adrian y Bane.

Justin sacudió la cabeza y se rió entre dientes al recordar aquella época.

—Y no nos olvidemos de Bailey. Era igual de mala. En algún momento consideramos la posibilidad de enviarles a los cuatro a una academia militar, pero eso sería como renunciar a ellos y no fuimos capaces de hacerlo.

Una expresión seria cruzó por su rostro antes de que dijera:

—No le he dicho a Ramsey ni a Dillon bastantes veces lo mucho que les agradezco que mantuvieran a la familia unida. Perder a mis padres y a mis tíos al mismo tiempo fue duro pata todos, pero ellos nos ayudaron a superarlo.

Justin pensó en lo que acababa de decirle, y se dio cuenta de que nunca había compartido aquellos sentimientos con nadie, y menos con ninguna mujer.

—Estoy segura de que saben que agradeces lo que hicieron, Justin. La prueba está en los hombres y mujeres honrados y triunfadores en los que os habéis convertido todos. Eso es un testimonio en sí mismo. Los Bieber habéis conseguido algo que la gente no pensaba que lograríais.

Justin alzó una ceja.

—¿Y qué es?

—Respeto —una sonrisa rozó los labios de ______—. Y admiración. Me gustaría que te hubieras fijado en la cara de ese niño esta noche cuando se dio cuenta de que eres un Bieber.

Justin resopló.

—Sí, pero me admiraba por las razones equivocadas.

La noche de su vida | j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora