VI

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Justin se frotó las sienes, que habían empezado a dolerle de pronto.

—No era Ashira, te lo aseguro. Esta mujer me dejó muy impresionado. Nunca había hecho el amor así en mi vida. Además, Ashira llamó unos días después, cuando supo lo del accidente. Estaba fuera de la ciudad porque había ido a visitar a su abuela enferma en Dakota el día antes de mi caída y no volverá hasta dentro de unas semanas.

—Hay una manera de descubrir la identidad de tu visitante misteriosa. ¿Has olvidado las cámaras de seguridad que instalamos en tu propiedad para proteger a los caballos la semana anterior a tu caída? Quien haya entrado en tu terreno habrá sido grabado siempre y cuando haya llegado hasta el porche.

Justin parpadeó al recordar las cámaras de seguridad y se preguntó por qué no lo habría recordado antes. Se levantó de la mesa de Zane y se dirigió a toda prisa a la puerta.

—Tengo que volver a casa y ver la grabación —dijo sin mirar atrás.

—¿Qué pasará cuando averigües quién es? —gritó su hermano.

Justin se detuvo sobre sus pasos y miró hacia atrás.

—Sea quien sea lo lamentará —entonces se giró y salió de allí.

Regresó a La Mazmorra de Justin en un tiempo récord, y una vez dentro se dirigió rápidamente a su despacho para cargar el ordenador. El técnico que había instalado la cámara de seguridad le había dicho que tendría acceso a la grabación desde cualquier ordenador con su contraseña.

Justin aspiró con fuerza el aire cuando el ordenador cobró vida y tecleó el código de seguridad, y contuvo el aliento cuando buscó la fecha que le interesaba. Entonces se sentó con la mirada pegada a la pantalla y esperó a que apareciera algo.

Le pareció que transcurría una eternidad antes de que las luces de un coche aparecieran ante sus ojos. La hora indicaba que era al final de la tarde, todavía no estaba oscuro pero había una tormenta en camino.

Entornó los ojos para ver la imagen y trató de distinguir la camioneta que había entrado en su propiedad bajo la lluvia torrencial. Parecía que el tiempo hubiera empeorado y que la lluvia había comenzado a caer a chorros en el instante en que el vehículo hizo su aparición.

Tardó sólo un segundo en reconocer de quién era la camioneta y entonces se reclinó en la silla sin dar crédito a lo que estaba viendo. La mujer que salió de la camioneta y que batallaba contra la lluvia mientras metía la enorme caja que estaba en el porche dentro de la casa no era otra que ______ Conyers.

Justin sacudió la cabeza y trató de encontrarle sentido a lo que estaba viendo. De acuerdo. Pensó que por alguna razón, seguramente para hacerle un favor a Chloe, ______ había ido a ver cómo estaba y había tenido la amabilidad de meter la caja dentro de casa para que no se mojara.

Se quedó viendo la pantalla del ordenador esperando verla salir en cualquier momento y subirse a la camioneta para marcharse. Pensaba que cuando se hubiera ido, otro vehículo aparecería, y la conductora sería la mujer con la que se había acostado. Pero durante los veinte minutos que se quedó allí mirando la pantalla, ______ no salió.

¿______ Conyers era su Bananas?

Justin sacudió la cabeza y pensó que era imposible. Entonces decidió adelantar la grabación hasta las cinco de la mañana del día siguiente. Entornó los ojos con desconfianza cuando unos minutos más tarde vio cómo se abría la puerta de su casa y ______ salía por ella como si estuviera huyendo de la escena del crimen. Y llevaba la misma ropa que tenía puesta cuando llegó la noche anterior.

Maldición. No se lo podía creer. No se lo creería si no lo estuviera viendo con sus propios ojos. Era la única mujer de la que no hubiera sospechado ni en un millón de años. Pero la prueba del vídeo demostraba que ______ era la mujer con la que se había acostado. ______, la mejor amiga de su cuñada, la mujer que actuaba con timidez y retraimiento cada vez que lo veía.

La ira se apoderó de él. ______ Conyers tenía muchas cosas que explicarle. Más le valía tener una buena razón para haberse metido en la cama con él dos semanas atrás.

Sacó el móvil del bolsillo y marcó el número de la revista de su cuñada.

—Sencillamente Irresistible, ¿en qué puedo ayudarle?

—Me gustaría hablar con ______ Conyers, por favor —dijo tratando de controlar la furia—. Soy el señor Bieber.

—Buenas tardes, señor Bieber. La señorita Conyers ha salido a comer.

—¿Ha dicho dónde?

—Sí, señor. Está en McKay’s.

—Gracias.

Justin colgó el teléfono y se reclinó en la silla mientras una idea se le formaba en la cabeza. No le haría saber que había averiguado la verdad sobre su visita. Le dejaría creer que se había salido con la suya y que no tenía ni idea de que ella era la mujer que se había aprovechado de él aquella noche.

Y entonces, cuando menos lo esperara, mostraría sus cartas.

La noche de su vida | j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora