Los días convertidos en semanas avanzaban a paso veloz, hasta que caí en la cuenta del mes en el que estábamos: mayo, el mes de mi cumpleaños.
Aunado a recuerdos depresivos relacionados con mi antigua habitación, mi madre, las noches de llanto... celebrar nunca parecía formar parte de mis planes.
Sin embargo, Christina sabía que se acercaba ese día, no había olvidado cuando yo le mencioné en alguna ocasión que mi padre me había regalado las botas que ahora usaba, en mi último cumpleaños. Por lo que fue difícil dejarlo pasar.
—Christina, no insistas —caminábamos juntas hacia el comedor—, no te diré qué día es mi cumpleaños, no me gustan los regalos...
—Por favor, Vanne, te gustará lo que tengo para ti.
—Te lo diré —abrí la silla frente a ella para que pudiera sentarse—, una vez que haya acabado ese día.
—No, vamos. Confía en mí —me miró suplicante, sabiendo cuál sería mi respuesta.
—De acuerdo —estaba acostumbrada a ceder con facilidad ante ella. Solo de ese modo evitaba que me mirara durante segundos interminables—. Faltan 3 días.
—Prometo que será un día como cualquier otro.
Gabriela no se encontraba en casa nuevamente. Había intentado prestar atención a los horarios en los que se ausentaba, parecían oscilar entre las 2 y las 4 pm, nunca antes ni después.
Desde luego no podía esperar que estuviera en casa las 24 horas, pero al ser ella quien tenía el control de las actividades, me parecía raro cuando no estaba ahí.Casi anochecía, Christina y yo nos encontrábamos en uno de los sofás terminando de leer algunos capítulos del que ahora llamaba "nuestro libro".
Bastian entraba y salía cerca de nosotras, pues la puerta principal estaba a unos metros de donde nos encontrábamos, pero parecía ignorar nuestra presencia.
Parecía que su mente se encontraba en otro sitio, como si se tratase de un pequeño robot.—¿Siempre es tan expresivo?—pregunté, esperando que no notara mi sarcasmo.
—No —pareció notarlo de todas formas—, no siempre fue de así. Él e Ignacio llegaron hace 2 años. Bastian y yo solíamos conversar bastante cuando yo volvía del colegio. Además de Gabriela, no teníamos a alguien que pudiera entender lo que queríamos expresar. Ya sabes, cosas del colegio, amigos, familia. Éramos... como hermanos.
—Y, ¿Qué ocurrió entonces? —lo vi dirigirse a la cocina, aún con la mirada cansada. Como el día anterior... y el anterior.
—Sus padres fallecieron hace un par de meses.
Lejos del desayuno que compartíamos algunas mañanas, no había tenido gran contacto con él, no hablábamos, no sabía mucho de su vida... pero me entristeció lo que entonces supe. No imaginaba poder ser capaz de soportar algo así.
—No habla de eso nunca —Christina continuó—. Solo dedica su atención en hacer cosas en casa, aquí y allá. Sale a correr más seguido que antes... no intenté acercarme a él, porque pude entender que es mejor estar solo cuando tu mente carga con algo... que quisieras que no estuviera ahí.
—¿Qué pasó con ellos?
—No lo sé con certeza. Ignacio dice que fue un accidente, pero tampoco habla al respecto —hizo una pausa antes de continuar—. Entiendo lo difícil que es perder a uno de tus padres... no pienso preguntarle nada sobre eso hasta que esté listo para hablarlo.
—Creo que... tú tampoco hablas mucho sobre eso.
Pareció intercambiar una mirada a distancia con Bastian, para volver a encontrarse con la mía.
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No puedes elegir de quién te enamoras
Любовные романыEn un intento por distraer la antipática relación con sus propios pensamientos, Vannesa consigue un empleo inesperado como último recurso para abandonar su depresiva rutina. Ahí conocerá a Christina. En su compañía, logrará desenmascarar aquello de...