Los siguientes 10 días no supe nada de Allison.
Estaba consciente de que no habríamos llegado a esa situación si le hubiera hablado de Christina desde el principio... es decir, hablarle de mí.
No me quedaba más que esperar a que ella decidiera hablar conmigo... o a que yo lo hiciera. Acepto que el orgullo estaba ganando mi batalla interna.
Dentro de casa, mencionaré el constante asombro que dominó mi sentido común cuando, varias veces a la semana, vi a Jennifer conversar con Arturo. Y, debo decir, que sonreía como no la había visto hacerlo. Era desconcertante, pero lo que sea que estuviera pasando, nadie parecía oponerse.
Desde que él estaba en casa, podía sentirse un ambiente nuevo, diferente. Era reconfortante.
A pesar de aligerar la carga de trabajo en la cocina, el resto de ocupaciones en casa se volvía más pesado para mí, pues Gabriela pasaba gran parte del tiempo cuidando los jardines; Christina me había pedido hablar con ella sobre la llegada de su hermana menor, pues los días pasaban y ella no se presentaba.—Lamento que se haya retrasado, Vanne. Pero llegará esta semana —rociaba pequeñas rosas en el jardín trasero, así que la seguí mientras hablábamos.
—¿Estás segura? —pregunté.
—Claro. No te preocupes por eso —había espinado uno de sus dedos accidentalmente, colocándolo después bajo el rocío—. Ella hará un mejor trabajo con los jardines.
A veces llamaba mi atención la inusual y admirable paciencia que Gabriela tenía. Únicamente miraba la sangre que emergía de su dedo, esperando que el agua la limpiara. No se había quejado siquiera.
El equivalente a mi preocupación constante, era serenidad para ella. Quizá por eso su presencia me permitía entender lo que por mi cuenta no veía. Ella impregnaba el ambiente con insistente paz.—He notado que no has salido más. Creí que querías pasar tiempo con tu amiga —continuaba siguiéndola en su marcha por el jardín. Entró a la cocina para cubrir su dedo con una pequeña venda.
—Así era... pero ahora las cosas con ella son... algo complicadas.
—¿Quieres contarme qué ocurrió?
—Sí, eso creo.
Hasta ese momento, fue sencillo ocultar el dolor que atravesaba mi pecho cuando pensaba en Allison y en prácticamente todo lo sucedido desde su regreso. Simplemente evitaba conversar al respecto. Mantenerme ocupada los últimos días había sido de gran ayuda.
Pero, al igual que otras veces, sabía que eso no llevaría a ningún lado. Ella me importaba. Era hora de hacerle frente a la situación. No encontraba una mejor manera de hacerlo, que hablando con Gabriela. Así que, comencé a hablar.
Mencioné la relación de Allison con una chica, mientras estuvo fuera del país, lo cual me había parecido extraño... por la similitud a mi situación, y el cómo yo no había podido contarle acerca de Christina, pero que ahora lo sabía.
Dudé si debía contarle acerca de lo que había pasado entre Allison y yo mientras yo me encontraba bajo el efecto del alcohol, pero lo hice.Me miró pacientemente esperando a que terminara de hablar. En ningún momento demostró otra expresión más que entendimiento y atención en su mirada.
—Comprendo que Allison pueda estar molesta, incluso lastimada porque no confiaste en ella. Quisiera saber algo, ¿por qué no le dijiste acerca de Christina cuando ella te contó que había salido con una chica?
—No estoy segura —respondí—, quizá tenía miedo...
—¿Miedo? ¿A lo que fuera a pensar de ti?
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No puedes elegir de quién te enamoras
RomanceEn un intento por distraer la antipática relación con sus propios pensamientos, Vannesa consigue un empleo inesperado como último recurso para abandonar su depresiva rutina. Ahí conocerá a Christina. En su compañía, logrará desenmascarar aquello de...