Septiembre

84 7 6
                                    

—Chris. Debes apresurarte. Ya deberías estar en camino —busqué las llaves de su auto en la cocina.

—Lo sé. Solo buscaba... —su teléfono se asomaba en una silla del comedor—, esto. Debo irme, Vanne. 

—Te veré más tarde. Conduce con cuidado.

—Descuida —le entregué las llaves—. Espero que todo salga bien con Allison. Te quiero.

Con el sol entrando en el vestíbulo y un beso rápido de mi novia, nuestro día comenzaba.

Allison había llamado insistentemente la noche anterior pidiéndome que pasáramos la mañana en el lago detrás de nuestro colegio.
Acepté, desde luego. Quería verla. Y, lo menos que podía hacer después de haberla dejado en su auto sin explicación, era buscar otra oportunidad para hablar. 

Gabriela me hizo saber en los primeros días que si me ausentaba un par de horas en las labores de casa, no habría problema, pero no le había tomado la palabra hasta ese día.
Sería única ocasión, por supuesto, no pensaba descuidar mis actividades. 

Poco después de que Christina desapareciera en su auto a lo lejos de la calle, Allison estaba esperándome en su auto plateado obscuro (ella insistía en que no era negro), al pie del jardín. 

—Hola, Vanne. 

—Hola, Ally. Llegas temprano. 

—Quería tiempo para que pudiéramos conversar —encendió su auto—. Siempre y cuando prometas que no volverás a huir. 

—No lo haré —miré el sol asomarse detrás de las casas y árboles más grandes, iluminando más cada calle—. Lamento haberme ido... necesitaba tiempo, y...

—Detente, Vanne. No tienes que decirme nada que no quieras. Jamás te he presionado con eso, y no comenzaré hoy. 

—Lo sé —dejé que mi espalda se relajara en el respaldo—. Gracias. Por cierto... —me miró un par de segundos—, gracias por haberme buscado. Cuando volviste, quiero decir. 

—No podría haber vuelto sin buscar a mi mejor amiga. 

En años de colegio, intentamos muchas veces escapar de clases para poder visitar el lago.
Claro que no lo conseguimos en ninguna ocasión, y la idea había quedado perdida durante muchos meses.
Pero ahora podíamos ir, juntas, con todo el tiempo para nosotras, sin preocuparnos porque alguien fuera a descubrirnos.

A pesar de ser temprano, se veían algunas familias dispuestas a pasar un día de campo en aquel sitio.

—Hay que darnos prisa o tendremos que pasar el resto de la mañana dentro del lago —dijo Allison.

—Sería interesante —sonreí, sabiendo que ella se refería a que nunca pude aprender a nadar—. Entonces vamos, busquemos un lugar.

Mientras caminábamos, tomó mi brazo con el suyo, justo como lo hacía en el colegio cuando yo temía ir a algún sitio o acercarme a alguien...

...esa tarde nublada de años atrás, al ofrecerse a pasar el descanso conmigo, me hizo muchas preguntas, a las que únicamente respondía con "sí", "no" o "no lo sé". Ella no se mostraba incómoda al escucharlas, a diferencia del resto de los niños, quienes pensaban que yo intentaba evadir la conversación, pero la verdad era que temía hablar con ellos. No sabía cómo hacerlo.

Allison poco a poco dejó de frecuentar a sus amigos en el colegio. Pasaba todo el tiempo conmigo. Esperaba en la puerta del colegio por las mañanas hasta que yo hubiera llegado para entrar juntas, estudiaba conmigo en los días de examen, jugábamos en mi casa muchas tardes después de clases, nos volvimos inseparables...

No puedes elegir de quién te enamorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora