Triángulo

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Era difícil creer que faltaba un poco menos de 4 semanas para que se acabara el año.

Lo que también implicaba que Christina y yo estábamos cerca de cumplir 6 meses juntas. Se lo comenté a mi madre en una de nuestras conversaciones telefónicas, esperando que pudiera ayudarme a tener alguna idea de lo que podría obsequiarle. 

¿No crees que es un poco anticuado pedirle consejos a tu madre? —reía del otro lado, mencionando después que le parecía lindo que no me hubiera olvidado de ella en esa ocasión especial. 

—Probablemente sí —me dio gusto escucharla reír—, pero no tengo idea de qué comprarle esta vez.

Piensa en algo que pueda representar lo que sientes por ella. Estoy segura de que va a encantarle lo que decidas hacer, lo que decidas regalarle. 

—Eso espero —escuché esa campana aguda de nuevo—. Saluda a papá de mi parte, ¿está bien?

—Lo haré, Vanne. Hablaremos pronto. Planea algo bonito para ella, ¿quieres?

Eso es lo que yo hubiera querido, idear algo que pudiera demostrarle de una manera original lo que significaba para mí, pero mi mente parecía no compartir mi emoción de crear algo novedoso. 

Allison me visitaba más a menudo en casa, y debo decir que su estancia ahí no se debía a mí completamente, pues se había hecho amiga de la que una vez fue su cuñada, y con quien ahora parecía tener un fuerte lazo de confianza y cariño; intenté obtener ayuda de ella para el regalo de Christina, pero creyó que el sugerirme ideas causaría que la sorpresa no viniera de mí, y le quitaría lo representativo al obsequio.

Al parecer, dependía de mí al 100% encontrar el regalo ideal. 

Christina iría a su viaje la semana siguiente, saldrían el sábado por la mañana y volverían a casa el día 27 de diciembre. Esperaba que para entonces ya se me hubieran ocurrido un par de ideas.

Danna evitó acercarse a mi mejor amiga al notar que era su hermana quien ahora hacía planes con ella.
Mientras más tiempo pasaran juntas Allison y Gabriela, más minutos compartían diariamente Jennifer y Danna en casa. Mirarlas caminar o escucharlas hablar intensificaba la corta y casi apagada preocupación en mí. Segura estaba de que esa amistad no solo se basaba en armonía, sino que no pararían hasta haber logrado lo que ambas buscaban. 

Si Christina se encontraba en el colegio o Jennifer se ausentaba por las tardes al salir con Arturo, era el equivalente a saber que Danna buscaba cada oportunidad en esas horas para acercarse a mí; resultaba especialmente incómodo cuando aparecía detrás de mí esperando que mi rostro distraído recibiera un beso de sus ansiosos labios sin poder darse cuenta... pero, afortunadamente, no había tenido suerte. 

Evité hablar sobre el tema para no provocar malentendidos o momentos incómodos antes de que Christina se fuera a Canadá. No merecía tener más problemas. Ninguna de las dos. Incluso oculté el tema de mi mejor amiga, quien ahora parecía sentirse liberada del tortuoso pasado que Danna le había hecho vivir. 

—¿Iremos en tu camioneta hoy? —pregunté. 

Gabriela y yo saldríamos a la clínica de Adam esa tarde.

—Claro, no hay problema —ambas caminamos al estacionamiento, mirando a Danna en el jardín, quien nos saludaba a la distancia.

—Deberíamos irnos ya —subí, esperando a que ella lo hiciera también. 

—¿Quieres que hablemos sobre eso?

—Tu hermana ha dejado de molestar a Allison —tomé el sombrero blanco que Christina me había dado en mi cumpleaños—, es suficiente para mí.

No puedes elegir de quién te enamorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora