Enmienda

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Afuera de ese departamento donde había sucedido lo que ahora deseaba olvidar, mi mejor amiga me esperaba sentada al pie de la escalera.

—Vanne —me recibió con un abrazo—, me da gusto que hayas llegado. Comenzaba a preguntarme si te había sucedido algo.

—Hay muchas cosas que han sucedido, Allison... —mi chaqueta parecía hervir después de haber caminado hasta ahí— Tenemos que hablar.

Me invitó a subir los escalones sin perder la sonrisa en su rostro. 

El calor se convirtió en un clima refrescante una vez que atravesamos la puerta. Retrocedí al mirar su sofá y la botella a un costado, como si temiera que al acercarme esa noche reviviera.

—¿Y bien, Vanne? —se sentó en el sofá, ofreciéndome un cigarrillo.

—Allison... escucha... —sentí que todas las palabras se habían borrado de mi mente y no parecían querer regresar—. Seguimos siendo amigas, ¿no es así?

—¿A qué te refieres? —me miró confundida.

—Creo que sabes de qué hablo —solo entonces me acerqué, aceptando el cigarrillo.

—Ya veo —nuevamente los rayos incesantes del sol chocaban contra su ventana—. Crees que porque pasamos una noche juntas, cambiaron las cosas entre nosotras, ¿no es así?

—Sí —recordé el mensaje que Lucía me había mostrado—, es decir, no. Eso creía, pero lo que en realidad quiero saber es... si somos amigas, ¿por qué no me dijiste que hablaste con Lucía de nuevo?, que lo siguen haciendo.

Fumaba ese cigarrillo sin perderme de vista. No recordaba haber visto esa expresión preocupada alguna vez en el pasado.

—No entiendo de qué hablas —bebió de su botella buscando evitar mi mirada.

—Le escribiste... —acerqué el cigarrillo a mi boca— la madrugada que yo estuve aquí, ¿no es así?

—¿Cómo sabes que lo hice? —sabía que no podía mentir más. Y, a pesar del desprecio que yo sentía por Lucía, no le hice saber que ella me lo había dicho.

—Gabriela... estaba con Lucía cuando llegó tu mensaje. Ella me lo dijo.

—Escucha, Vanne —apagó la usual atmósfera musical que solía haber en casa—. Ese día aquí... tú y yo estábamos... sensibles, habíamos bebido. Sé que permitimos que las cosas sucedieran. Querías que me sintiera bien, también yo... pero escucha esto —tomó el cigarrillo de mis manos para apagarlo y poder tomar mis manos —, somos amigas, ¿está bien? Ambas sabemos que nada podría terminar con nuestra amistad.

—Gracias, Allison—miré sus ojos igual que antes, igual que siempre. Aliviando una de las preocupaciones en mí—, pero sobre Lucía...

—Hablé con ella —admitió—. Hemos hablado algunos días.

—¿Por qué la buscaste? Creí que ya no quería saber nada de ella.

—También lo pensé, pero ella... —miró el reloj en mi muñeca—, espera ¿no deberías ir por Christina al colegio?

—Ella volverá en su auto. No hemos hablado desde... —parecía recordar cada día sin ella como si se hubiera tratado de un sueño lejano— la noche que estuve aquí.

—¿Qué? —bajó la botella en ese momento— Pero, ¿por qué?

—Lucía... —mis manos nerviosas comenzaban su discreta danza—, creo que Christina prefiere pasar tiempo con ella.

—¿Es esa la razón por la que decidiste verme tantos días?

—Sí, yo... no quería estar ahí. Quería evitar pensar en ella...

No puedes elegir de quién te enamorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora