¿Quién es él?

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Los días avanzaban a una velocidad a la que no estaba acostumbrada.

Hasta ese día, había sido prácticamente sencillo ignorar lo que mi mente y corazón gritaban una y otra vez, desde hacía meses. No había tenido problema en maquillar aquella insistencia interna de la que nadie sabía, pero, cada noche, al encontrarme a solas conmigo, era casi imposible silenciar las voces en mi cabeza...

Debido a que Bastian comenzó a ausentarse cada vez más, era yo quien se encargaba de todas las compras, de ayudar a Gabriela en esto o aquello.

Para cuando Christina y yo teníamos tiempo de pasar las tardes juntas, yo me sentía cansada, pero no lo suficiente para cambiar la rutina que habíamos establecido, y que, en realidad, era lo mejor que podía hacer todos los días.

Miraba el reloj con paciencia, esperando a que la mañana avanzara para poder comenzar con aquel libro, con otra conversación.

Fuera de mi amistad con Allison, en años anteriores, no había logrado tener otra amiga así de cercana, por lo que Christina empezaba a tener un lugar importante en mi corazón.

Había descubierto con anterioridad que incluso la casa tenía un cuarto de juegos (Christina me lo había mostrado), se notaba que nadie lo había usado en muchos años, y, pensándolo bien, tenía sentido, ya que Jennifer y Christina se habían distanciado una de la otra, ¿Quién más podría haber hecho uso del espacio? Yo nunca había tenido interés en los videojuegos, no podía entenderlos o simplemente me parecía una actividad aburrida, así que, en cambio, jugábamos en una mesa de billar dentro del cuarto, la mayoría de las ocasiones, o me mostraba sus abandonados juegos de mesa, entre otras cosas.

Una de las pocas tardes en donde el sol brillaba con fuerza sin mostrar una sola nube en ese cielo azul, me encontraba a punto de terminar con los trastes de la cocina, cuando vi a través de la ventana que Bastian y Christina hablaban en el jardín delantero.

Me sorprendió, desde luego, pues Bastian había pasado algunos días sin hablar con nadie en casa.

Ella entró minutos después, fue a buscarme. Parecía más alegre que de costumbre.

—¿Todo está bien? —pregunté.

—Perfectamente. Es un lindo día. ¿Terminaste?

—Sí, he terminado. Pude ver que hablabas con Bastian.

—Él quiso disculparse por haber permitido que sus problemas familiares intervinieran con el trabajo aquí —se sentó a mi lado mientras hablaba—, por supuesto le hice saber que no había problema, entiendo su luto.

Me miraba sin dejar de sonreír, a esas alturas ya me había acostumbrado a que así fuera, pero algo parecía lucir diferente.

—Sé que has tenido más trabajo últimamente, y lo siento, pero agradezco mucho que hayas ayudado en lo que él no podía realizar —aclaró.

—No es nada. Para eso estoy aquí —respondí.

Usualmente ella me hubiera hecho saber en ese momento lo que quería hacer ese día, pero solo permaneció sentada en silencio.

—Christina, ¿en verdad todo está bien?

—Vanne —su sonrisa se hizo más notoria en ese momento—, no te había hablado sobre esto, pero... creo que hay alguien que me gusta...

El sonido de varias cajas pequeñas al momento que caían al suelo, me distrajo completamente de lo que Christina había dicho. Ambas nos dirigimos a la fuente del ruido. Gabriela recogía medicamentos que ahora parecían cubrir el piso con cada píldora.

—Permíteme ayudarte —Christina se arrodilló rápidamente mientras recogía esas pequeñas cajas de medicamento. Hice lo mismo, aun sin entender lo que sucedía.

No puedes elegir de quién te enamorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora