Día 8: El calendario desapareció.

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En el instante en que sentí una caricia en mi rostro, mi voz no dio tiempo a mis ojos de despertar, pues dominó mis pensamientos con una sola palabra: "Christina".

Me tomó un par de segundos recordar que mi persona especial no se encontraba conmigo. 

La luz solar impidió a mis ojos interpretar la silueta a mi lado cuando comencé a abrirlos. Pero el sonido de su voz terminó por invitar a mi mente a volver a aquella realidad que había intentado suspender en sueños.

—Vanne, soy yo. Despierta —Allison movía mi brazo—. Andrea no llegó por la mañana. Tampoco responde el teléfono.

—¿Qué? —dije, aun intentando despertar— ¿Cómo lo sabes?

—Arturo vino hace un momento. Jennifer intentó comunicarse con ella, pero no ha tenido respuesta. 

La estresante molestia en mi cuello había regresado.

No veía a Adam desde que nos comentó que la clínica estaría en reconstrucción, y tampoco habíamos sabido de él durante ese tiempo. 

Esos 8 días sin Christina parecían haber avanzado con extrema lentitud. 

Cada instante se convertía en eternidad desde que el sol resplandecía hasta que se ocultaba... Pero el recordar que esa mañana cumplíamos 6 meses juntas parecía aliviar cualquier inquietud.

O así fue antes de saber que no habían noticias de Andrea. 

Conforme el día avanzó, fue difícil evitar esa extraña tensión en cada rincón de la casa. Sabíamos que algunas veces su trabajo la absorbía en tiempo sin previo aviso, pero era raro que no se hubiera comunicado para hacernos saber que no volvería por la mañana... o la tarde. No quisimos permitir que la incertidumbre nos alejara de nuestros labores, así que el día comenzó como cualquier otro.

Allison sustituyó a Arturo en el jardín mientras él se encontraba en la cocina. Danna seguía cada hora del día con Gabriela.
Y Jennifer... bueno, ella estaba ahí. Tal vez porque Arturo no puede salir, pensé.
Era evidente que también estaba preocupada porque su madre no llamaba.
Esa mirada de pánico comenzaba a encenderse en cada uno de nosotros. 

Terminé de asear las habitaciones en poco tiempo. Mi estado ansioso aceleraba mis actividades en momentos así.

Le hice compañía a Gabriela un par de horas mientras Danna había salido a una farmacia cercana a conseguir el nuevo inhalador que su hermana necesitaba, y a visitar su colegio para informar respecto a su posible ausencia a partir de ese día, debido al estado de salud de su hermana. 

Hablamos de lo que no había podido decirle los últimos días, al menos la mayoría de situaciones. Pareció mostrar un poco de sorpresa cuando le comenté que el obsequio para Christina no había llegado a mi mente ninguno de los días anteriores.
Tenía que improvisar cuando ella volviera. 

—¿Cómo se ha comportado Lucía? —preguntó. 

—No quisiera decirlo de esta forma... pero ella se ha alejado de mí desde que tú enfermaste.

—Descuida —secaba su cabello después de haber tomado una ducha que parecía haber consumido todo su malestar—. Me alegra que haya salido algo bueno de todo esto. 

—A mí me alegra que estés mejor —miré sus ojos agradeciendo que ahora volviera la alegría característica de su semblante—. Sé que no quieres hablar de eso, pero, ¿en verdad todo está bien?

—Por supuesto, no debes preocuparte. Todo mejorará conmigo, con mi hermana, con... —escuchamos su teléfono sonar, escondido entre las cobijas.

—¿Necesitas que me vaya? —pregunté, pues recordaba que no solía permitir tener llamadas cerca de alguien. Desconocía el porqué.

No puedes elegir de quién te enamorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora