Distancia

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Los primeros días de noviembre fueron extraños, más de lo que había sido anteriormente. 

Los niños salían a todas horas todavía usando sus disfraces de la noche de brujas, incluso Peter había ido a la clínica vestido como un pequeño vampiro. El ambiente parecía comenzar a parecer espeso, casi irrespirable, anunciando la tormenta que estaba cerca.
Gabriela me recibió en la puerta al haber llegado de una nueva sesión con Adam, haciéndome saber que mis padres habían llamado buscándome, un par de horas atrás. 

—¿Ellos están bien? ¿Te dijeron algo? —pregunté.

—Están bien. No te preocupes —nuevamente vestía mezclilla y sus botas, iría con Adam también, para después hacer una visita con Lucía a su nueva escuela—. Tu madre me pidió decirte que ha habido una falla en la red eléctrica de toda la manzana, pero pudieron llamar desde la oficina de tu padre. 

—Entonces... ¿todo está bien?

—Lo está. Descuida. Te llamarán cuando se haya solucionado el problema.

—Gracias por hacérmelo saber, comenzaba a pensar que algo les...

—No. No debes pensar en cosas así —leyó un texto en su teléfono, antes de dirigirse a la puerta—. Debo retirarme, Vanne. Mi hermana está por llegar y le dije que la vería después de mi sesión. 

—Claro. Gracias otra vez, te veré más tarde. 

Sin tiempo para poder recoger a Christina de la escuela, preparé la comida esa tarde antes de que todos llegaran.

Arturo pasaba cada vez más tiempo fuera, con Jennifer, volviendo ambos una vez que obscurecía. Era maravilloso que estuvieran juntos, pero deseaba que no interfiriera con el trabajo que él parecía olvidar algunos días. 

La sesión con Adam me había ayudado a detectar grietas que no conocía. Realmente sentía cómo cambiaba mi percepción en algunas cosas, sin olvidar que necesitaba tener paciencia para ahondar los rincones en mí.

Casi olvidando los avances de esa sesión, mi mente acaparó mi atención recordando que mi anterior plan sobre que Christina y yo pudiéramos hacer a un lado lo que pasaba a nuestro alrededor, carecía de validez, pues con la llegada de Lucía, Christina parecía querer pasar tiempo con ella al igual que conmigo. 

Al notar mi incomodidad, me aseguraba que Lucía se había portado con respeto hacia ella, y que valoraba su compañía, pues también era amante de los libros y le había prometido darle pequeñas clases de italiano.

No me incomodaba el hecho de que mi novia conviviera con más personas que vivían en su propia casa, por supuesto, pero me parecía especialmente molesto que fuera Lucía con quien tenía una nueva rutina por dos razones: la primera, era la persona que había lastimado a mi mejor amiga sin razón aparente, situación de la cual, Christina dijo que no tomaría partido, pero parecía que ya lo había hecho.
Y, segunda, era notoria la forma en la que ella parecía querer acercarse a Christina, pues se mostraba demasiado accesible cuando de ella se trataba. Cada vez que estaba en el mismo lugar que nosotras parecía que su rostro se iluminaba y una sonrisa automática se formaba en su rostro.
... sí, estaba celosa de la ex novia de mi mejor amiga.

Mi tiempo comenzó a dividirse de igual forma, pasando las tardes con Allison intentando levantarle el ánimo, procurando que hubiera una sonrisa en su rostro por lo menos un momento... 

Al terminar la comida, Christina llegaba del colegio, y tuvimos una conversación como no habíamos tenido antes.

—¿Qué tal estuvo tu día, Chris? —la recibí con un beso en la mejilla.

No puedes elegir de quién te enamorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora