"¿Deberíamos?"

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Los siguientes minutos después de la llamada de Andrea, fueron inexplicablemente largos.

Parecía que la eternidad se mostraba en aquel reloj del vestíbulo, el cual nos miraba con incesante lentitud. 

Gabriela no tardó en hacerse presente una vez que recibió la noticia, al tiempo que miles de pequeñas espinas invisibles debilitaban mis manos y piernas. 

—¿Qué haremos? —preguntó Gabriela al reunirse, seguida de su hermana. 

—No podemos hacer nada —respondió Arturo—. Andrea ha dicho que...

—Disculpa, Arturo —interrumpió Gabriela, sosteniendo con fuerza el inhalador que Danna le había llevado momentos antes—, pero Andrea está equivocada si cree que nos sentaremos a esperar. 

—Tenemos que hacerlo —inquirió, disgustado—. Ella llegará a donde está Christina. No es necesario que nosotros estemos también. 

—Por supuesto que es necesario —Gabriela dirigió su mirada a Jennifer—. Por favor, no podemos quedarnos así.  

Las miradas entre todos viajaban a los pares de ojos contrarios que llenaban la habitación. 

No es necesario decir que yo apoyaba totalmente lo que Gabriela mencionaba, aunque no pudiera hacerlo saber en ese momento. Sentía que podría desvanecerme en cualquier instante.

Arturo no cambiaría de opinión, eso era evidente.
No podía entender lo que sucedía por su mente al decidir ignorar lo que estaba sucediendo con la persona más importante en mi vida, pero en el momento en que el silencio se rompió con una nueva voz, pronto dejó de importar.

—Entonces deberíamos ir ahora mismo —mencionó Jennifer.

—¿En verdad? —dije con un tono apenas audible, mientras mi mejor amiga sostenía mi mano haciéndome saber que no me dejaría sola un solo instante. 

—Claro que sí —sonrió hacia mí por primera vez—. Gabriela tiene razón. Mi madre olvida lo importante que es Christina para nosotros, sería estúpido quedarnos de brazos cruzados. 

—Jennifer, no creo que sea una buena idea —Arturo respondió—. El clima continúa siendo...

—No importa la cantidad de nieve que hay afuera, Arturo, es mi hermana de quien hablamos. Si has decidido no acompañarnos, no intentaré convencerte, pero nosotras tenemos que ir. 

—¿Nosotras? —preguntó Allison—. Puedo ir con ustedes, ¿cierto?

—Desde luego, si es lo que quieres. Pero... —miró a Gabriela una vez más—, ¿estás segura de querer acompañarnos? Tal vez deberías quedarte a descansar. 

—He descansado lo suficiente —respondió—. No te preocupes. Quiero ir. 

—Danna, deberías quedarte aquí —dijo, Allison—. Vannesa evidentemente no lo hará, y tampoco la dejaré ir sola.

—Está bien —respondió—. Arturo y yo nos quedaremos en caso de que Andrea llame nuevamente —detuvo su marcha después de asegurarse que Gabriela descansara en un sofá.
Volvió a la habitación sin decir más, mientras continuábamos planeando lo que estábamos a punto de hacer.

—Iremos en tu camioneta, Gabriela —anunció Jennifer—. Es la única con llantas que pueden resistir la nieve —ella asintió, al tiempo que Danna volvía con una pequeña maleta.

—Lleva esto, Vannesa —la puso en mis manos—. Mi hermana necesitará medicamento si algo llega a complicarse.

—¿No sería mejor... que se quede aquí? —intenté lugar contra el mareo en mi cabeza, no quería que lo notaran.

No puedes elegir de quién te enamorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora