Identidad

71 5 2
                                    

Pasada la medianoche, entre sueños y pesadillas, escuché el motor de un auto llegando a casa.

Con la ventana de mi habitación asomándose hacia el jardín, los sonidos afueran eran imposibles de ignorar, sobre todo al encontrarse el ambiente en completo silencio a esa hora.

Arturo y mi cuñada llegaban a casa acompañados de una tensión que podía percibirse aun desde esa distancia; miré cautelosamente en su dirección mientras bajaban del auto. Parecían quedarse hablando en medio del césped que rodeaba la fuente.
Era notorio que discutían, el volumen de su conversación aumentaba conforme el sueño en mí luchaba por cerrar mis párpados.

Sabía que ambos llevaban noches durmiendo en la misma habitación, pero fue evidente que no sería así en esa ocasión.
Con un portazo al final del pasillo, permití que el sueño dominara nuevamente cada rincón de mi cuerpo, olvidando horas después que había presenciado esa escena.

El trabajo de tiempo completo que había mantenido ocupada a Andrea durante semanas, finalmente había cesado.

Llegaba a casa por las tardes, todos los días. Al principio mostrando un marcado cansancio en su mirada, pero conforme avanzaron los días, eso cambió notoriamente; comenzó a aprovechar el nuevo tiempo que tenía para frecuentar a viejas amistades con las que había perdido comunicación debido al trabajo.

Recordé que Christina me había hablado de su abuela y el excesivo horario laboral que mantenía, olvidándose del mundo afuera, incluso de su propia familia.
Pero no era el caso de Andrea.
Ella obsequiaba un par de horas al tiempo con sus amigas, y, sin olvidarlo, intentaba hablar con sus hijas cada vez que tenía la oportunidad. Definitivamente no quería ser una madre ausente, como lo había sido la suya.

Me alegró enormemente poder verla un par de minutos diariamente, igual que antes, en especial porque, con su llegada, Danna detuvo su constante asecho hacia mí. Incluso dejó de dirigirme la palabra, como si temiera que Andrea pudiera darse cuenta.
Entendí que, si de alguna forma causaba algún percance en casa, sería difícil para ella encontrar otro lugar en dónde quedarse mientras continuaba sus estudios.

-Entonces... ¿el día que Danna llegó aquí, intentó hablar contigo... para pedirte que la disculparas? -pregunté.

-Más o menos... -respondió Allison. Parecía un poco tarde para tener esa conversación, pero aun así, tuvo lugar al encontrarnos en casa juntas-. Quiso explicarme que había bebido demasiado aquella noche, que la chica con quien estaba no era importante, a pesar de llevar saliendo un tiempo con ella... Y, algo sobre que se dio cuenta de lo importante que yo realmente era.

-¿Qué piensas sobre eso? -pregunté, colocando frente a ella un plato con comida.

-Creo que es mentira, claro. ¿Por qué debería importarme ahora? -tomaba cada bocado con rapidez-. Incluso Gabriela me ha dicho que Danna cambió mucho en el último año.

-Así que, ¿continúas hablando con Gabriela respecto a su hermana?

-Hablamos de muchas cosas, realmente. No me parece que Danna esté contenta con eso.

-Lo he percibido -tomé asiento a su lado-. Me alegra que su presencia haya dejado de preocuparte.

-Así es, Vanne. Ahora dime -continuaba devorando cada trozo de comida-. ¿Cómo va ese obsequio para Christina?

-No tengo nada -exhalé apenada-. Quizá esto va a sonar raro, pero... he tenido un sueño extraño los últimos días, en donde me veo a mí misma recibiendo el año nuevo, sin Christina a mi lado. Puedo verlos a todos ustedes, pero ella parece no aparecer, por más que intento buscarla.

No puedes elegir de quién te enamorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora