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Maraton 1/2
Sky


Estaba reposada contra el borde del balcón contemplando el atardecer. Todo era demasiado reciente, había encontrado a mi familia, mi verdadera familia.

Muchas cosas pasaban por mi mente, miles de recuerdos me invadían. Y para hacerlo más especial, tan solo faltaban minutos para mi cumpleaños.

— ¿Princesa? —me di la vuelta y vi a Luke contemplándome desde el borde del ventanal. — ¿Qué haces aquí sola? —se acercó y me abrazo por detrás, yo llevé mis manos a las suyas y sonreí viendo el atardecer.

—Sólo pensaba. Como ha cambiado mi vida en tan poco tiempo. —suspire. —Tan solo hace unas semanas era una chica sin futuro alguno, metida en la jaula de un club nocturno. Y mírame ahora... —me di la vuelta y lo vi a los ojos. —Soy la hija de unos empresarios con una historia muy... Excitante. —ambos reímos. —y tengo al hombre más hermoso del mundo a mi lado. —Sus ojos brillaron al oír mis palabras, se inclinó y acercó sus labios a los míos rosándolos con suavidad.

—Me has vuelto loco Sky... En verdad me has enamorado como nadie.

—Luke... —su respiración comenzaba a mezclarse con la mía. —Yo también te amo. —susurre por lo bajo, él sonrió para luego aplastar sus labios con los míos.

Acaricie los caballos de su nuca con suavidad, en verdad estaba perdida por él. Lo necesitaba a cada segundo, cada instante de mi vida, él había sido lo mejor que había aparecido en mi camino, él era mi luz y no quería que jamás se alejara de mí.

Me separe de sus labios con delicadeza y sonreí.

—Feliz cumpleaños princesa. —mordí mi labio y volví a besarlo.

Sus manos comenzaron a acariciar mi cintura y el beso comenzó a intensificarse cada vez más. Comenzó a guiarnos hasta la habitación y rompí el beso al temor por la mordida que había dejado en mi labio.

—Luke... —él sonrió y se sentó en mi cama, arremango las mangas de su camisa hasta sus codos y palmeo sus piernas.

—Ven con Daddy princesa. —mordí mi labio y me acerque a su cuerpo, me coloque entre sus piernas y abrace su cuello para luego besarlo.

Estaba ansiosa, ese hombre lograba excitarme como nadie con tan solo mirarme con aquella sonrisa llena de picardía y aquellos ojos que cada vez se volvían más oscuros por el deseo.

Bajo sus manos por mis piernas y comenzó a subirlas lentamente entrando por mi vestido hasta llegar a mi trasero el cual apretó con fuerza.

—Daddy... —Jadee al sentir como me daba una nalgada y masajeaba mi trasero.

Sus besos bajaron a mi cuello y comenzó a dejar una que otra marca sobre mi piel.

—Te daré tu regalo de cumpleaños princesa. —gruñó para luego morder mi cuello y lograr que gimiera.

—Si... Daddy... —tomo el borde de mi vestido y me lo sacó dejándome en ropa interior.

Llevo sus manos a mi espalda y se deshizo de mi sujetador dejando mis pechos expuestos a su vista.

—Perfectos. —me acerco a su boca tomándome de la cintura y metió uno de mis senos en su boca para luego comenzar a lamer y succionarlo.

—Oh dios... Si... —tome su cabello y cerré mis ojos dejándome llevar por aquella excitación. —Mmm...Daddy... —mordí mi labio al sentir como torneaba de mi pezón excitándome aún más.

Bajo sus manos al borde de mis bragas y me las arrebato sin pensarlo. Me recostó a su lado y levantó su cuerpo para sacar su camisa frente a mí.

Lleve mis manos a mi centro y comencé a acariciarme frente a él, sabía cuánto le gustaba verme así.

—No princesa. —Alejo mis manos y las ato sobre mí cabeza con su camisa. —No dejaré que te toques. —mordí mi labio y jadee de la frustración.

Camino hacia la mesa de luz y saco una lata de crema. Se acercó con una sonrisa y comenzó a llenar mi cuerpo con crema esparciendo por mi cuello, mis senos, parte de mi vientre y mi monte de venus.

Comenzó a pasar su lengua por mi cuello Retirando la crema y haciéndome sentir más excitada de lo que estaba. Necesitaba que me tocase, que me hiciera suya.

Llegó hasta mis pechos y succiono mis pezones haciéndome gemir con fuerza.

— ¡Daddy! —el me miró con una sonrisa y fue por el siguiente para hacer lo mismo. Bajo por mi vientre hasta lograr quitar toda la crema que tenía en mi cuerpo.

No podía evitar encorvarme para sentir más de aquella lengua tan caliente en mi piel, quería más, necesitaba más.

—Daddy por favor... —supliqué al ver como dejaba marcas en mis muslos. No lo dudo más y comenzó a lamer mi centro con fuerza. — ¡OH DIOS! —Me retorcí intentando llevar mis manos a su cabello pero él las alejo nuevamente mientras seguía invadiéndome con su lengua. Parecía querer devorarme entera.

No podía evitar gemir sin control alguno, me estaba llevando al mismísimo cielo con cada lamida. Se detuvo y comenzó a bajar su pantalón con rapidez. Separó aún más mis piernas y no dudo en penetrarme con fuerza.

— ¡AHHH! —gemí retorciendo mi cuerpo al sentir como me invadía sin piedad alguna.

Llevo sus manos a las mías y las desató, rápidamente atrape su espalda y comencé a hundir mis dedos en su piel.

Su jadeo en mi oído y el ruido de nuestros cuerpos golpeándose mutuamente me estaban llevando a mi apreciado orgasmo.

—No te corras aún Sky... —apreté mis dedos en su cuerpo y gemí. Llevo su mano a mi trasero y me nalgueo. —No Sky.

—Daddy... —solloce al sentirme tan cerca. —por favor...—se separó de mí y llevo mis piernas a sus hombros, volvió a entras y comenzó a envestirme sin descaro alguno.

La cama comenzó a moverse a nuestro compás y la habitación era inundada por nuestros gritos de placer.

— ¡DADDY! —solloce sin poder aguantar más.

—Maldición si... Vamos princesa, vente con Daddy... —tire mi cabeza hacia atrás al sentir sus dientes en mi piel y un grito gutural salió de mis labios.

Había llegado a uno de los mejores clímax de mi vida, mi cuerpo temblaba al igual que mis piernas dolían en sus hombros.

—Joder... —gimió con fuerza en mi oído y comenzó a correrse dentro de mí, pude sentir como aquel líquido caliente me llenaba por completo.

—Oh dios... —intente calmar mi respiración mientras él se tiraba a mi lado agotado.

Me subí sobre él y comencé a besar su cuello. Llevo sus manos a mi cadera y comenzó a moverme sobre su miembro. Mire nuestras entrepierna y pude notar como su semen escurría entre mis piernas.

—Dios... —él sonrió y me acerque a sus labios para besarlo. —el mejor regalo de la vida. —Hablé con una gran sonrisa.

—Y abra muchos más. —tironeo de mi labio y gemí. —La noche no acaba aquí princesa. 

Sky © |lrh| ➋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora