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Últimos capítulos
Sky

Dolor. Mucho dolor.
No había otra palabra que describiera lo que sentía en aquel momento. Ya no existía rastro alguno de felicidad en mi rostro, me la habían arrebatado.

Ni el hecho de haber sido abusada por un maldito asqueroso me era más doloroso que el saber que ya no lo volvería a ver, ya no volvería a sentir sus labios, ya no podría sentir su calor, ya no podría verlo con vida.

Mi rostro era un manto de tristeza, cubierto por mis propias lágrimas de dolor. ¿Mi corazón? Ya no estaba conmigo porque él lo tenía entre sus manos frías y pálidas.

Mi madre me sostenía con fuerza por los hombros, dando pasos lentos por aquella iglesia. No, no vestía de blanco, vestía de luto, como todos los presentes.

Siempre pensé que caminara al altar para verlo a los ojos y sonreír... ¿Por qué debía caminar hacia al altar y verte dentro de un cajón? Simplemente ardía, quemaba el dolor que todo me causaba.

Un lugar tan puro, perfecto para risas y sonrisas de alegría estaba siendo invadido por oscuridad, por la tristeza, por la pérdida de un ángel. Mi ángel.

Qué ironía ¿Verdad? Lo había llamado ángel tantas veces que desde arriban decidieron llevárselo. Que gran ironía.

Llegamos a los asientos y mis padres me ayudaron a sentarme, aún seguía débil por la operación. Pero el dolor de mi cuerpo no era nada en comparación al dolor que sentía mi alma.

La madre de Luke estaba a un lado del cura quien estaba hablando.

—Estamos aquí presentes para despedir a un empresario, un colega, un amigo, una pareja, un hijo, pero sobre todo un hijo de dios. Cerremos nuestros ojos por un momento y recordemos a Luke Robert Hemmings como el hombre que era. —todo el lugar quedó en silencio a excepción de las lágrimas, ellas no pararían de invadir en aquel lugar.

No tenía un minuto para recordar a la persona que amaba, no podía hacerlo, no cuando su cuerpo estaba tan cerca de mí encerrado en un cajón.

El cura invitó a Michael al estrado a hablar.

— ¿Qué puedo decir de Luke que los demás no sepan? Era un hombre lleno de aspiraciones y sueños, era inteligente y serio en lo que hacía, pero nunca perdía aquel toque juvenil. Fue mi mejor amigo desde que íbamos al instituto y jamás me arrepentiré de haberlo conocido. Era un hombre amado y que sabía amar. Todos podrán decir mil cosas de él, pero lo que más tendré presente en mi mente siempre será aquel gran corazón que solo él poseía. Luke... Me ayudó tanto, él... Él me salvo la vida cuando no vi salida y sé que no soy al único que lo hizo. —su vista se conectó con la mía. —Descansa en paz hermano, fuiste, eres y siempre serás mi héroe... —Sus lágrimas salían sin piedad alguna, rápidamente se bajó del estrado y se sentó a un par de asientos nuestros.

—Ahora oiremos las palabras de Skyler Horan, su prometida y fiel amiga. —Mi madre me ayudó a levantarme y caminé a paso lento hacia el centro, estaba a unos simples pasos de aquel cajón. Aclare mi garganta y suspiré.

—No hay palabras que describan el desgarrador dolor que me invade, Luke fue mi luz, mi ángel, mi salvavidas cuando creí ahogarme. Aún recuerdo cuando lo conocí, jamás podré olvidarlo por qué... ¿Quién puede olvidar al amor que marcó tu vida? Le prometí que estaríamos aquí, en el altar jurándonos amor eterno... Y aquí estoy... Jurando amarte toda mi vida por el resto de mis días... —apreté mis ojos y me acerque al cajón. —Te amo Luke Hemmings, te amo y jamás dejare de hacerlo, nunca podré olvidarte, tú me has enseñado a vivir... Pero nunca me has dicho que debía hacerlo sin ti... —no podía dejar de llorar, estaba destrozada, rota. —Cuida de mi corazón amor... Por qué solo tú lo tienes y así será el resto de mi vida...

Camine nuevamente hacia los asientos y la madre de Luke me detuvo para abrazarme con fuerza. Ambas lloramos en el hombro de la otra, ambas teníamos aquel sentimiento en común, lo amábamos.

—Luke te amo como jamás amo a nadie, y no importa donde esté, él te seguirá amando. —me tomo de las mejillas y asentí levemente. —Nunca lo olvides Sky, él no te salvo a ti... Tú lo salvaste a él...

(...)

Me recosté en mi cama y su perfume me invadió, aún seguía allí, conmigo. Me di la vuelta esperando ver sus ojos en la oscuridad como cada noche, y nada sucedió...

Me abrace a mi vientre y sentí algo extraño, levante mi vestido y lo vi algo más grande de lo normal. Ase mi mano con suavidad y sentí algo tan extraño, tan reconfortante, como si me estuvieran abrazando por dentro.

La puerta se abrió y mis padres entraron, ambos se sentaron a un lado mío y me abrazaron. Las lágrimas volvían a salir, quería llorar toda mi vida, quería que aquel dolor se fuera de mí, pero nada lo sacaría, solo Luke tenía la cura y ya no estaba...

—Debes ser fuerte... —Le voz de mi padre sonó tan tranquila.

—Quiero morir... —apreté mía ojos. —Yo debí estar en ese cajón, esos disparos eran para mí... —ambos apretaron mis manos con fuerzas. —Debo estar con él...

—No digas eso Sky... Por el amor de dios no lo digas... —mi madre acercó mi mano a sus labios y la beso. —Sky, más que nunca debes ser fuerte, debes... Hacerlo hija... El bebé te necesita... —aquellas palabras retumbaron en mi cabeza como una bomba en mis oídos.

—El... Bebe... —ella asintió y ambos apoyaron sus manos en mi vientre.

—Luke te ha dejado el mejor regalo que alguien pueda darte... —no podía creerlo, no podía entender cómo era posible...

—Pero... ¿Cómo?...

—El doctor nos lo ha dicho cuando saliste de la sala de operaciones. Fue un milagro que se hayan salvado ambos.

—No fue un milagro mamá. Fue un ángel... Un ángel de ojos azules que aprendió a volar.

Gracias Luke...

Sky © |lrh| ➋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora