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— Eres un tonto. Mira, —señaló de frente- ya llegamos al fin.

— Cierto pequeña, ven vamos —le tendí mi mano, a lo que ella me miró insegura por un instante— ven, toma mi mano nada malo pasará, sólo bajaremos. Pero si no deseas...

—Esta bien, la tomaré —dijo nerviosa— después de todo sólo bajaremos.

Tomé de paso las cosas y bajamos juntos. Yo tomando su mano suave y cálida como alguna vez lo imaginé.

Creo que ya estoy enloqueciendo de tanto pensar en estas cosas, pero aunque trato en cuanto la veo, últimamente mi corazón se acelera sin alguna razón. O tal vez la haya y no quiero aceptarlo.

— ¡Sehun, esto es maravilloso! —gritó zafándome de mis pensamientos— es mejor de lo que lo imaginé, me encanta —su rostro expresaba una alegría enorme e indescriptible— gracias.

— Aún no me lo agradezcas pequeña, falta mucho por hacer en este día y desde ya estoy felíz que esto te alegrara tanto —sonreí—. Vamos ve, corre un poco mientras coloco las cosas en algún lugar cerca.

— Sí eso haré —respondió emocionada dando saltitos como una niña— ¡será divertido! —empezó a correr hacia el mar.

Se la veía tan alegre, tan diferente al iceberg que decían y que incluso ella aceptaba ser, tal vez era el lado cálido en ella, algo que no conocía pero que ahora me resulta encantador.
De alguna manera, algo en mi interior pide a gritos correr tras ella y abrazarla pero, si razono bien esto creo que hacerlo no tendría sentido alguno.

Bueno, había encontrado el lugar perfecto en la arena así que dejé las cosas y me senté dispuesto a recibir algo de sol sobre mi pálida piel mientras miraba al pequeño iceberg para que no se lastimara de tanta emoción que tenía.
Había sabido no hace mucho que (__) no sabía nadar por lo que cuidarla era algo que tenía que hacer quiera o no, más allá de divertirme.

Sin pensarlo el día había avanzado bastante rápido a decir verdad, y tenía mucha hambre.

— ¡Pequeña! —grité para llamar su atención— vamos ven aquí.

— ¡Allá voy! —corrió hacia mí— bien, dime qué sucede —preguntó mientras se recogía el cabello en una coleta.

— Comeremos, ¿tienes hambre ya? Porque yo sí, y mucha.

— Pues comamos entonces.

— No se diga más.

Repartí lo que habíamos traido para comer, no fue mucho pero si lo suficiente para llenar el estómago.
Guardamos todo cuando acabamos por fin, el atardecer había llegado y era un momento maravilloso.

— Sehun, vayamos hacia la orilla del mar. Vamos, di que sí.

— De acuerdo, vayamos —la ayudé a ponerse de pie—. Cuenta hasta tres
—dije sin pensar.

— ¿Por qué?, ¿qué harás?

— ¡Tres! —dije por fin tomándola en mis brazos llevándola hacia el mar— No cierres los ojos pequeña, esto será divertido.

— ¡Sehun! Sehun bájame por favor, solo quiero ir a la orilla, yo... no sé nadar —dijo abrazando con fuerza mi cuello— ¡no hagas esto por favor! ¡Si salgo viva te mataré lo juro!

Aprendiendo Sobre el Amor | Sehun y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora