Ausencia.

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Se la pasó a Martha y después de tres minutos me mira.

- ¿Y lo verás?

- No lo sé.

- Vamos Abbi. Habla con él.

- Pero es Deneb, tengo miedo de lo que pueda decir. Además, ¿Que pasará contigo?

- Yo me estaré en el almuerzo con Ty.

- ¿Segura?

Asiente con la cabeza emocionada y yo concluyo que lo mejor que puedo hacer es hablar con él. Aunque duela.

Las horas se pasan más rápido de lo que pienso.

A la hora del almuerzo subo rápido las escaleras para ir a la biblioteca.

Lo veo acostado sobre una de las mesas y cuando me siento él se levanta.

- Viniste.

- Sí - Mi voz suena como un hilo a punto de romperse.

- Quiero habla...

Una mujer lo interrumpe y el frunce el ceño - Chicos, no pueden estar aquí porque es la hora de almorzar.

Cuando veo que Deneb iba a responderle entonces lo hago yo.

- Si señora, ya nos íbamos - Le doy una sonrisa y me levanto llevándome a Deneb.

Bajamos por las escaleras y llegamos a la planta del almuerzo.

Todo el mundo nos mira y él señala.

- Ves por eso es que no podemos estar juntos según tú, tampoco por Daniel. Tampoco por Rebeca y crees que supuestamente estoy con Sabrina.

- No es mi culpa que no tomes una decisión, y haz lo que quieras Deneb.

Me toma de la mano llevándome lejos y me mete al cuarto del conserje.

- Pero, ¿Qué haces?

Mira a ambos lados y cierra la puerta con llave.

- Abbi, te quiero tanto.

Acaricia mi pelo y se aferra a él, toma mi barbilla y me obliga a mirarlo.

- Te quiero como se quiere a una flor. Cuidadoso y con miedo de romperla, y aunque he lastimado tu tallo.

Lágrimas bajan por su rostro y yo repimo el simple impulso de quitarlas de ahí y besarlo.

- Lo he rasgado, he lastimado lo que te sostiene. Y como ya no puedes sostenerte aquí estoy yo, ofreciéndote mis manos, mi brazo para no caer. Te ofrezco el mundo entero si quieres, sólo no me dejes... Te sostendre siempre, y besaré esas cicatrices que no se notan. Tendré tu corazón en mis manos y lo acariciare como si fuera tu mejilla, como si fuera tu hermosa piel. Perdón Abbi, perdón. Pero no puedo estar estable sin ti, ni siquiera me siento mejor que mal, me siento terrible, miserable, sin aliento, siento que el dolor se nota a mucha distancia, irradio tristeza y en mi voz se nota la melancolía. Joder, eres tan tú, que me cuesta no dejar de pensarte, y puedo estar aquí contigo, aún así sigo pensandote. Que linda se ve hoy, su cabello ha crecido un poco. Hoy no encuentro ese brillo en sus ojos, sus labios están rosados cuando los muerde y luego pálidos por el frío, está nerviosa y no sabe que hacer, ese pequeño saltamontes me roba el aliento.

- No puedo. Tu mismo dijiste que debía lidiar con Daniel, posiblemente Rebeca me odie. Y Sabrina, no sé si sigues con ella. ¿Te gusta ella?

- Abbi me gustas tú.

- Pero ella sigue buscándote.

- No sé qué piensas que sabes de nosotros. Pero no es lo que te imaginas. Abbi yo a ti te he visto, desde hace mucho tiempo, te deseo a ti.

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