Una maravillosa tarde que no se siente tan bien ahora.
¿Cómo se puede ir todo lo lindo al carajo de la nada por culpa de las personas?
Deneb maneja mirando la vía y casi a mi no. Trata de no hacerlo.Sigo aturdida. Y no quiero estarlo, quiero que se me vea que estoy feliz. Que en realidad no estoy asustada y mucho menos mal por las palabras de una simple mujer. Una mujer ciega de la que sentí su fría mirada.
Todo sería diferente si uno pudiera hacer eso, sería a veces mejor. Aunque no recordar puede hacerte cometer el mismo error o vivir la misma situación una y otra vez.
- Dime que es lo que tanto piensas, Deneb.
Mi forma de hablarle es dulce y no tendría razón para no hablarle así, estamos bien, estamos juntos, y eso es lo que importa. Que estamos.
- En esa mujer - Apoya su mejilla en su mano - Parecía una loca, como una de esas mujeres que leen tu futuro.
Mueve los dedos como uno hace cuando finge que ve a algún loco y yo me río, el igual y no puedo evitar la comodidad en el auto.
- No puedo creer que te haya dicho eso, Abbi. Si tú eres un angelito y mereces todo lo bueno.
- Lo sé, pero a veces la gente dice cosas sin sentido. Vamos, ella no me ha visto. No sabe quién soy, probablemente se sintió atacada porque la empuje sin querer.
- ¿Y la mordida? - Miro mi mano y se la muestro a Deneb. Sólo está un poco roja. Pero ya no hay dientes marcados en mi piel.
- Todo en orden.
- Menos mal - Arquea una ceja y mira la carretera - Ojalá no te hubiera dejado sola.
- Deneb, sólo estábamos molestando, ¿Tú qué ibas a saber que una mujer iba a morderme?
- Tienes razón, pequeño saltamontes.
- Además fuiste a comprar un algodón de azúcar en vez de seguirme.
Le hago un puchero y río.
- Lo siento, Abbi. Es que vi eso y me recordó a ti porque tus mejillas se vuelven igual de rosadas cuando te sonrojas.
- Oye, yo nunca me sonrojo no digas mentiras - Empujó su hombro y él se ríe.
Después sólo conduce más rápido, creo que tiene afán de llegar a la casa, pero yo tengo afán de besarlo.
Verlo ahí conduciendo a veces con la boca entre cerrada hace que mi boca se llene de agua. Me veo como una chica con las hormonas alborotadas.
Igual soy una chica, pero esta chica está sedienta y quiere beber a su novio.
Deneb parquea la camioneta. Y antes de que pueda bajarse de ella corrió hacia su puerta el la abre y me mira confundido.
- ¿Qué pasa, Abbi?
Lo tomo de su saco y lo empujó contra la camioneta. Nos miramos fijamente y él mira mis labios, no puedo cerrarla. La verdad necesito besarlo.
¿Por qué no me besa?
¿Qué está esperando mi novio para besarme?
De nuevo la palabra novio invade con amor mi mente.
- ¿Qué tanto piensa mi novia bonita?
Deneb acaricia mi mejilla y yo le sonrío con cariño.
- En lo dulce que suena en mi mente cuando pienso que eres mi novio.
- Invado tanto tu mente como tú la mía.
Me besa y yo tengo que empinarme. Ambas manos acarician mi rostro con suavidad. La única persona con la que puedo sentir todas estas cosas es con él.

ESTÁS LEYENDO
El viaje.
RomanceAbbi es una chica de 17 años. Amante de la lectura, las pinturas y el dibujo. No es muy sociable o trata de no serlo, vive con sus padres y su hermana. Tiene un gran amigo y un día uno de los chicos con los que se sienta decide hacer un viaje, lleva...