¿Qué pasó después? ¿Pudiste encontrar a Black?
Fueron muchas las veces que desperté de mi hibernación. En todas ellas siempre hacía lo mismo.
Tomaba el Botón Localizador y salía volando del templo para buscar a mi hermano. Recorrí el mundo centímetro a centímetro incontables veces, preguntando a los demás guardianes, e incluso a los humanos, pero no fue sino hasta hace quinientos años que al fin lo pude encontrar...
Regresaba de uno de mis viajes, transcurrido sin éxito, cuando ví con horror que, del templo salieron volando cuatro figuras negras. Tres de ellas con forma canina y cuerpo gaseoso, la otra, parecía un murciélago gigante. Éste último llevaba en su espalda la caja que contenía la Armadura de Bastet.
No me digas que esos eran...
Sí, los tres Hellhounds, Maestra.
¿Pero quién era el otro?
A eso iba, precisamente.
No pude evitar sentir una rabia y frustración inauditas. Por abandonar irresponsablemente mi puesto, ahora de habían robado el objeto que se supone debía proteger.
De inmediato comencé a perserguirlos.
Me habían sacado mucha ventaja, la persecución fue larga pero finalmente, fue en esa isla llamada Japón en donde pude alcanzarlos.
Ahí comencé a luchar. Esos perros sarnosos no eran problema para mí, el verdadero problema llegó cuando me tocó pelear contra el cuarto.
Fue hasta ese momento que caí en cuenta de que se trataba de un demonio dragón.
Pero cuantos mas segundos tardaba en verlo, más seguro estaba de que lo conocía.
Su piel brillante y negra.
Sus ojos morados.
Sus largas antenas que poseía en lugar de cuernos como todos los dragones.
Era mucho más grande, y la maldad se sentía a su alrededor, pero todo... Todo concordaba.
—Hermano, mi Black... Al fin pudiste transformarte. —le dije sin pensar.
Como respuesta, obtuve un rayo de energía morada impactándome directamente. El dolor que me provocó no fue nada comparado a lo que sentí al ver a Black convertido en uno de esos terribles monstruos.
En ese momento no pude pelear más, sencillamente no podía... O más bien, no quería.
Estaba a punto de aceptar mi muerte, cuando de repente, una voz retumbó en el lugar. Una voz dulce y femenina pero a la vez llena de determinación.
—¡Fuera de aquí espíritus malignos!
Cuatro pergaminos que parecían estar electrificados se adhirieron a sus frentes haciéndolos retroceder seriamente lastimados, a la vez que anulaban sus movimientos.
Tras esto, ella apareció. Una mujer, mas o menos de su edad, Maestra.
Tenía el cabello negro y muy largo, recogido en una coleta; llevaba ropas de sacerdotisa y frente a ella sostenía una reluciente katana.
Los Hellhounds lucían enfadados y le ordenaron a Black que atacara.
Aquella sacerdotisa no hizo ningún esfuerzo por esquivar el rayo.
Como si de un escudo se tratase, colocó su katana frente a ella. La espada detuvo el ataque, pero parecía un esfuerzo tremendo para su portadora.
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Angel the Cat: Dioses y Monstruos
FantasyDurante miles de años, la Tierra fue gobernada por los dioses, seres poderosos que dieron vida a todas las criaturas imaginables. Esto cambió cuando el ataque de un invencible monstruo obligó a los dioses a sacrificarse para poder sellarlo en el núc...