Back Story Final: Despedida.

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—Todo lo que existe me pertenece... Yo soy el rey de todo... Yo soy Seth.

—¡Basta!

Dark no podía tolerarlo más. Únicamente el sonido de esa voz le hacía querer morir para no escucharla más; oirla a través de la boca de su ser más allegado era mucho peor.

Un aura blanca comenzó a envolverlo. Cerró los ojos y la concentró en su mano, acto seguido, la posó sobre el casco de Phosfore.

Una nube negra salió expulsada desde el cuerpo de éste último, desvanéciendose en las sombras. Luego de unos segundos, pudo reaccionar.

—Señor... ¿Que sucedió?

—Nada... Tan sólo te purifiqué.

—¿Cómo... Hizo éso?

—Hitomi me lo enseñó... Ya estamos por llegar.

Los dos se encontraban aún volando. Sobrevolaban el océano, pero algo extraño se hizo visible. Sobre un pequeño islote de roca se alzaba algo similar a una cabaña de madera.

Dark y Phosfore aterrizaron, para luego entrar por la puerta, que emitió un rechinido al abrirse.

El interior parecía sacado de una posada de la edad media. Se encontraba desierto a excepción de una sola persona.

Quien atendía la barra era un hombre anciano de aspecto esquelético... Literalmente era un esqueleto brillante y que parecía no tener cuerpo físico.

—¡Dark!, ¡Phosfore! ¡Cuanto tiempo sin verlos! —exclamó emocionado aquel espectro—. ¡Siéntense, por favor! La casa invita la primera ronda.

—Sirvenos lo de siempre, Bob. —dijo Dark mientras tomaba asiento frente a la barra. Phosfore, a pesar de ser un animal, hizo lo mismo.

El extraño cantinero se apresuró a su labor. Frente a Dark colocó un tarro lleno con una bebida transparente y burbujeante; frente a Phosfore, un tazón lleno de algo que parecía metal fundido.

Dark fue el primero en dar un largo trago.

—Te ves desanimado, muchacho, ¿qué te sucedió? —preguntó el fantasma.

—Nada de lo que quiera hablar.

—¿Se trata de una mujer, cierto?

—Podría decirse.

—Descuida, muchacho. A todos nos sucede. Pero un día encontrarás a la indicada, te lo aseguro.

—Quisiera pensar que eso es posible... Pero la vida eterna no me dejaría... Hitomi... Lo siento.

Mientras tanto, en la base de operaciones de ALID.

Ada se sentía increíblemente triste por la historia que acababa de escuchar. Pero más que nada, sentía pena por quien la había narrado. El solo pensar que Windrake había sufrido tanto le hacía sentir aún peor.

—Maestra. Por favor, no derrame lágrimas por mí.

—Lo siento... —se disculpó ella a la par que sollozaba—... Es que, has sufrido tanto y yo... No había hecho más que traerte más problemas...

—No estaba en sus manos hacer algo, Maestra. Por favor, las lágrimas no encajan en su rostro.

—Lo mismo digo. No llores, Ada.

Aquella fue la misma voz misteriosa que había estado escuchando Ada todo el tiempo, pero esta vez no sólo resonó dentro de su cabeza. Se escuchó detrás de ella.

Angel the Cat: Dioses y MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora