07: La Pequeña Luthor

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Es verano de 1929 y Lena acababa de graduarse de la secundaria.
En las próximas semanas debía estar centrada en buscar su lugar en universidades como Princeton o Yale pero primero debía reunirse en la casa veraniega de los Luthor en Newport, Rhode Island cuya propiedad de 46 acres posee una bonita vista a la bahía, cancha de tenis, cuadras de caballos con magníficos ejemplares y una piscina de agua dulce.

La casa de 2 pisos estilo colonial sureño con ladrillos georgianos, rodeada de terrazas y jardines, la familia pasaba la temporada de vacaciones asando parrilladas y a veces invitando amistades siempre de la alta sociedad a pasarse unos días.
En esta ocasión, los Luthor que ya tenían de instalarse varios días atrás recibían a Lena que acababa de regresar aún vestida con el uniforme del colegio.

- ¡Lena! ¡Mamá!, ¡Mamá! ¡Lena regresó! ¡Ya está en casa! -
Gritaba la pequeña Lucille de 7 años enloquecida por toda la casa.

Hacia 2 años que Lena se trasladó a Connecticut para estudiar y era la primera vez que Lena pasaba las vacaciones familiares en buen tiempo.

Afuera, en el automóvil de Lex, los lacayos bajaban el equipaje de la señorita Luthor y ésta, en vez de sentirse bien dichosa por reunirse con la familia y pasar días de ocio y entretenimiento, más bien estaba enojada.

- Ya cambia tu cara hermana que ya llegamos y será mejor que no le reclames nada a nuestro padre por asentarse en la salida del colegio - decía Lex, tratando de animar a Lena quien fue designado a recogerla en el tren.

- No, no pienso hacerlo y si no te molesta me iré a mi dormitorio y quiero que les digas a las sirvientas que me preparen la tina, que me lleven una taza de leche y me dormiré temprano. No pienso bajar a cenar.

- Estás muy caprichosa hermanita.

- No es capricho Lex, pasé 2 años fuera de casa y ni siquiera mamá ni papá fueron a visitarme los fines de semana y días feriados, salvo tú.
Acaso, ¿Debo estar centrada en solo sonreír nada más porque acabé mis estudios y no fueron a visitarme?reclamaba enfurecida.  No sólo consideraba las insensatez, también se sentía ofendida.

- Debes entender hermosa que nuestros padres deben mantenerse trabajando, viajando, cerrando tratos y cada esfuerzo que valga es por mantener vigente por nuestro patrimonio, y acaso ¿No entiendes el concepto de trabajo duro? — le cuestionaba a la chica que era complacida casi en todo momento. —  Nuestros padres no por suerte divina ni por casualidad son los personajes más ricos de la cuidad y si bien es verdad... A mi tampoco no me gusta que Jack y Lucy estén pasándose más tiempo con los miembros de la servidumbre;  pero los menores no están quejándose por nada, así que o cambias esa cara o cambias esa cara que no eres una niña malcriada...  Es que tú, ¡Tienes 17 por el amor de Dios!

- Si ya entendí Lex - dijo Lena y en sus ojos ya tenía contenidas lágrimas de coraje.

Básicamente su en vida siempre se la vivió de antojos y caprichos, aunque ya no tanto como en su niñez.
Llegó a su adolescencia y comenzando a comprender sobre lo que es el valor neto de las cosas y el concepto del trabajo, aunque no siempre las viejas costumbres se pueden cambiar de la noche a la mañana.

Lena únicamente quería ser recibida por sus familiares al pie de la estación de trenes.  Pero el sólo ver a Lex esperando su retorno no sólo le valió quererle hacer una rabieta, quizá, solo por manifestarse de forma histriónica.

Y así solía pasar.
A veces Lena tenía sus momentos de histeria como el ser una adorable joven que recibía mimos y daba abrazos.
A veces también sobre exageraba situaciones que hacían divertir a Lex, solo que estando metida entre libros y tareas en el internado la hizo detenerse de sus amaneramientos... Porque sus compañeras de estudio no eran precisamente personas con quienes compartir sus secretos y manías.

La Heredera Y La Cantante LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora