52. Quiero Ser Libre

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1933

Ha pasado un tiempo desde que Kara Danvers y Lena Luthor se han mantenido escribiendo cartas por correspondencia.

Ambas además de ser cuñadas, se habían convertido en confidentes y no habría un detalle que no se les pasara por redactar para estar al día con sus vidas de casadas.

En el castillo de Mariemburgo, Arthur y demás miembros de la familia Hannover ya no consideraban en Lena una mujer digna de portar el honor de ser una esposa de la realeza.

La vida en esas paredes de mármol y grandes ventanales era sosa y nada colorida.
Atrás han quedado esos días de presión para quedar embarazada pero las tensiones de los Hannover estaban más dirigidas a lo que estaba ocurriendo en Alemania, Inglaterra y en gran parte de las naciones europeas.


En ese entonces, gran parte del continente europeo aún lidiaban con las secuelas de la Primera Guerra Mundial y los rumores de que países como Alemania y varias naciones enemistadas con Francia no resolverían algunos conflictos políticos como para volver a tomar armas.

La llegada de una Segunda Guerra Mundial sería inminente y ésta vez, serían más ataques dirigidos al país Inglés todos sus conglomerados, y a varias naciones europeas con civiles fijados entre las víctimas y los países aliados por todo el mundo entrarían en nuevo conflicto armado.
T

odas esas suposiciones se llegaron a la realidad entre el año de 1939 extendiéndose hasta 1945 cuando Polonia fue invadida por Nazis Alemanes en una rebelión extremista.

Mientras esos conflictos políticos ocurrían, para los Hannover no había mejor lugar y más seguro que el castillo de Mariemburgo.
Pasarían 6 años más cuando la alerta de guerra por todo el mundo daría comienzo en el año 39.

En ese entonces, Lucille estaba en medio de sus estudios de primaria y mientras esas suposiciones de una nueva guerra fueran o no confirmadas, no habría manera de la niña que estuviera en un país extranjero sin un responsable que vele por su tutela, cosa que recaía en su hermana mayor Lena que había solicitado ante su esposo que su hermana abandonara el Colegio San Pablo de Londres y comenzara su educación en los terrenos de la familia real, teniendo así la misma educación y formación que los hijos de los hermanos de Arthur tenían dentro del castillo.

Solo así se podía garantizar la seguridad de la niña para alivio de Lena que estaba tan angustiada escuchando las reuniones familiares y las que sostenían los Hannover en el parlamento del país.

El solo tener a Lucille de vuelta consigo, un reencuentro con abrazos y lágrimas abordaron los sentimientos de las chicas.

- Mientras estés conmigo, tú estarás a salvo.

Lucille no entendía nada pero todo lo que siempre había deseado es volver a casa y estar con su familia.
Al menos, teniendo a Lena sería una compensación a los dos años estudiando en el colegio en Inglaterra.

Para cuando la niña fue acogida en el castillo, las obligaciones reales de Lena fueron reemplazadas para pasar todo el tiempo completo con Lucille.
Casi a regañadientes Arthur aceptó las condiciones de su esposa de que tendría que respetar su tiempo con su hermana y que olvidara por un tiempo en la difícil tarea marital que los tenía divididos.

Ahora, ambas hermanas compartían horas muy felices de la compañía una de la otra.
Juntas recorrían los pasillos y los jardines del castillo cantando, jugando y tirándose al suelo riéndose a carcajadas.
Habían momentos muy felices hasta que Arthur le recordaba Lena que debía comportarse como adulta y no como una compañerita de juegos de 12 años, la edad de la pequeña.

La Heredera Y La Cantante LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora