28: Una campesina de Rochester en New York

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Con todo y la contra de su padre por dejar la Universidad, y el total apoyo de su querido amigo Flynn Archerld
Kara partió al noreste del país con una parada en específico, el estado de New York.
Estaba muy excitada, porque era la primera vez que viajaría en tren, sola y su destino era un lugar muy diferente a su habitual Míchigan.
El viaje fue largo, más de 18 horas con largas paradas a pesar de que seguía el invierno en el norte el recorrido debía hacerse.
Generalmente el viaje en tren consta de una duración de 11 a 12 horas en promedio cuando en avión dura una hora con 28 minutos pero las condiciones climáticas obligó a los pasajeros hospedarse en un hotel en Chicago.
Kara tenía solamente 70 dólares para sufragar sus gastos, cuando consiguió 3 tiempos de comida en el tren y un cuarto de hotel desembolsando 22 dólares por todo.

Después de superar muchas de las dificultades, era una tarde de invierno cuando Kara hace su entrada al estado de New York.
Precisamente, llegar al Grand Central Terminal, una de las paradas más famosas y emblemáticas de la ciudad, un complejo de estaciones de trenes que van y vienen a varios lugares dentro de New York y en los estados vecinos.

Al descender del tren y habiendo tomado sus maletas, Kara nota una parada con unos sujetos departiendo una merienda junto a sus modestos vehículos que tenían números marcados en sus anaqueles y una bocina encima de la ventana.

- ¡Taxi!, ¡Servicio de taxi!, ¡lo conducimos por Manhattan, en Midtown, Hotel Plaza! - gritaba un hombre buscando entre las personas posibles clientes para transportarlos.

Kara, tímidamente se acerca al sujeto, no más igual de joven que ella.
- Disculpe señor, acabo de llegar, necesito transporte.

- No se preocupe, soy chófer y cuento con servicio de taxi y puedo conducirla a su destino, estoy a sus órdenes.

- Bien, entonces, ¿puedo subirme?

El sujeto asintió y abrió la puerta; cuando Kara intentó acomodar sus maletas el taxista pudo ayudarle.
- ¿a dónde la llevo señorita?

- Nunca antes he estado en New York... - quedó callada por unos 30 segundos, pensando a dónde podían llevarla - Señor, lleveme "en medio de todo" es ahí donde quiero empezar.


***


Durante el camino el chófer le iba explicando algunas de las atracciones propias del estado, como la gran extensión del Central Park, la Estatua de La Libertad, los barrios de Queens, Brooklyn, las calles temáticas como el barrio chino y el barrio italiano, los mercados de pulgas, la calle Broadway los museos, restaurantes, sus iglesias y los últimos avances arquitectónicos de la ciudad, por mencionarse los altos edificios que se estaban levantando en esos tiempos.

Para ese entonces, en los años 20 eran importantes en el desarrollo de Nueva York como ciudad vertical. Son los años inmediatos al triunfo de los Estados Unidos después de la Primera Guerra Mundial, y como la primera potencia mundial, la economía norteamericana crecía a pasos agigantados.

La ciudad de Nueva York se posiciona como el principal mercado financiero de Occidente y los inversionistas, así como los corredores, hacían circular grandes cantidades de dinero en las casas de bolsa y en los bancos de Wall Street.

Este optimismo de la posguerra atrajo a muchos especuladores e inversores que comenzaron a invertir su dinero en el mercado inmobiliario, y junto a la necesidad de algunas compañías comerciales de ampliar sus espacios para oficinas, comenzaron a proyectarse una nueva generación de rascacielos que aprovechando los lineamientos de la Ley de Zonificación de 1916, adoptarían la forma escalonada y alturas cada vez más impresionantes.

La Heredera Y La Cantante LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora