21: Disciplina para Susan

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- Hilda, nunca, nunca, jamás, me compares con la tonta de Kara, no me importa que sea mi hermana, es una niña malcriada y muy consentida con todos somos demasiados hermanos en esta familia como para tener el mismo cariño y atención que recibe esa mocosa, por mi, que la hubieran dejado en un orfanato, o la tiraran a la calle apenas cuando nació.

- ¡NO DIGAS ESO! - gritó fuerte entonces Hilda, tanto como para que llegara Walker y Martín sus hermanos mayores corriendo de prisa al patio y ver a las hermanas discutiendo.

- ¡Claro que puedo y lo haré! - exclamó la adolescente rebelde.
- La mocosa no es más que una niña mimada, una encaprichada, a ella todo y a nosotros ¡NADA! Siempre fue así.

- ¿De que demonios estás hablando? - preguntó Walter al llegar y escuchar que Susan le alza la voz a Hilda, aún sin conocer el motivo de la discusión.
Cuando Susan ve llegar a los mayores, en eso se detiene en seco al verlos, sobretodo a Martín, el hermano con quien Kara se ha llevado mejor.

- ¡DE NADA! - gritó fuerte Susan y lágrimas de coraje empiezan a brotar de sus ojos, ya a pesar de estar muy oscuro se nota que están rojos y hasta calientes en las mejillas de pura impotencia.

- No, Susan, habla de una vez, te oímos gritarle a Hilda - dijo Martín - tu comportamiento es muy extraño, te vienes gritando a la mayor, te quejas por todo, eres muy insufrible y nunca sabemos cuál o porqué tienes ese carácter.
Habla ahora Susan, desahoga todo lo que te traes. -

Y la adolescente respiró profundo, como ya sabiendo que era su momento para decir las cosas que tenía dentro de sí, explotó.

- Y de qué serviría decir todo lo que siento cuando lo digo a gritos cada día, ¡cada maldito día!

- Si, lo sabemos, lo haces siempre pero tú no aportas una muestra de cambio.
Siempre haces lo que quieres y no debería ser así, mamá y papá hacen todo lo posible por nosotros - dijo Hilda. - tú que sabes de mantener unida una familia aun con todos los problemas que tenemos. Gracias a Dios que ni nuestro papá nos ha abandonado y que a pesar de que mamá nunca esté en condiciones de estar con nosotros aun siguen preocupándose por todos sus hijos con el mismo cariño, ni uno mas que a otro Susan.

- Ja! Supongo que mamá y papá no supieron como parar al multiplicarnos como hermanos si toda la atención va hacia la mocosa de Kara.
No creo que tú te creyeras la mentira que acabas de decirme si sabes muy bien que las cosas no son como las dices, tú.
Siempre, siempre es todo para la mocosa, pars Kara.
Una ración más de frijoles, el trozo de pan que sobra para la pequeña, que la pequeña puede jugar hasta tarde, que si le dejan esto, aquello...
Me importa un bledo todo lo ustedes que me digan ahora, la mocosa será mi hermana pero ¡yo ya estoy harta de ella!

- ¡Mide tus palabras!

- No digas esas cosas de Kara, ¡ella es tu hermana!

- ¡No lo es! ¡Ella es una aberración! Siempre lo fue y no la quiero en mi vida ¡Mamá debió abortarla o tirarla a la calle cuando pudo!

- ¡Para! ¡No digas eso!

- ¡Estás enferma Susan!

- ¡Claro que puedo y lo hago, porque se me pega la gana!
"Acá no hay preferencias" , " acá todos somos iguales" , "acá todos los amamos por igual" - continuaba Susan imitando a su padre - En Bay City la abuela nos ponía a mi y a los mellizos a trabajar en su chalet y a Kara ¡no! Ella era la dulce niñita a la que dejaban jugar tarde, a la que le compraban helados y la invitaban a la feria, ella era como la niña a la que debían darle de todo, ¿y dónde quedó yo?
La mocosa solo es 3 años menos que yo y la tratan como una niña de 2 años, ni siquiera sabe lo duro que es la vida, la desgraciada vida que me ha tocado vivir desde que ella está aquí, esas veces que quería hacer algo en familia pero siempre es Kara la niña a los ojos de todos ¿y dónde quedo yo?

La Heredera Y La Cantante LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora