09: La Gran Depresión

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Una noche Lex retornaba a la mansión Luthor después de 10 días trabajando en sus oficinas en el corazón de Times Square.
Lex acostumbraba cuidar mucho de su apariencia, siempre gallardo y presentable con sus trajes a la medida y siempre usando corbatas y calcetines de seda pero en esa ocasión estaba sudado, su cabellera despeinada, con olor a alcohol y probablemente sin haberse cambiado de ropa no en uno sino por varios días, éste irrumpió a la casa hacia el comedor sin poder mediar palabra en la cena de los padres y los niños.

- ¡Alexander! ¡¿Cómo osas entrar a casa y con esos harapos y oliendo a alcohol?! ¡Hay niños presentes!  — reclamaba Lillian muy furiosa al ver el deplorable estado de su gallardo hijo.

Lex respiraba tan agitado, apenas si pudo alcanzarse un vaso con agua que le sirvió una de las criadas que se quedan en la esquina esperando órdenes.
Al tomar el vaso sin pausar, pudo hablar casi de corrido.

- Madre, tú y mi Padre debemos hablar seriamente sin presencia de los niños.sugirió entre un tono agitado y apurado.

- ¿Porqué tanto secreto? ¿Tan seria es la situación para no hablar frente a tus hermanos? - dijo Lionel.

Lex solo tomó su abrigo y caminando con rapidez en dirección a la biblioteca de la mansión Lillian y Lionel dejaron la mesa y siguiendo a Lex.

Al llegar a la biblioteca Lena se encontraba tranquilamente estudiando hasta que Lex llegó.
- Lena sal de aquí, tengo que hablar con nuestros padres.

- Estoy estudiando, busca otro sitio.

- Hija no discutas y ve con los niños al comedor. - dijo Lionel casi también agitador como su hijo.

Entonces Lena coge sus libros y al dejar la habitación Lex cierra las puertas con llave y cierra las ventanas.
Los padres se veían preocupados, percibían algo muy grave como para ver el actuar de su hijo.

- Amado padre, amada madre - comenzó diciendo forzando calmar su ansiedad.
No quiero darle más largas al asunto así que seré franco...tragó aire, y soltó la bomba.

Estamos arruinados, lo vamos a perder todo

Una oración tan simple como para causar diversas formas de asimilar ésta noticia.

Lo que parecería una frase de mal gusto, lo cierto es que la apariencia deplorable del joven Luthor era evidencia neta de que su comunicado era una afirmación muy cierta.

Y entonces la cara de ambos señores bien potentados se les hizo de color rojo remolacha.

Lionel que tenía una copa de vino en mano la dejó caer quebrándose el vidrio y esparciéndose el líquido púrpura en el piso de madera, Lillian no pudo sostenerse y cayó desvanecida a los brazos de su marido.
Rápidamente Lex le cedió una silla y vio una jarra con agua en el escritorio; sirviéndose un lienzo y usando su pañuelo de bolsillo para limpiar el sudor frío que su madre dejaba correr en su frente, Lionel comenzó a gemir exasperado y comenzar a morderse las uñas de las manos caminando por toda la habitación.

Pasados unos minutos Lionel retoma la palabra, angustiado.
Viendo cómo todos sus esfuerzos se le caían de súbito.

- ¿Cómo que estamos quebrados Lex?, ¿acaso no haz hecho bien tu trabajo? -

- ¡Oh, Dios! ¡Lio, que vergüenza si nuestras amistades llegaran a enterarse que quedamos en la calle! — expresó palabra en tono suave.

- ¡La sociedad acabará con nosotros mujer!

- ¿Qué será de nosotros? ¿El futuro de los niños? - decía Lillian apenas tomando aliento con más fuerzas para hablar.

La Heredera Y La Cantante LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora