54. Inesperado descubrimiento

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Los negocios de Lex estaban encaminados a la prosperidad, por ese entonces, Kara estaba enfocada en sus clases de canto mientras preparaba junto con sus músicos y escritores las composiciones de su carpeta de canciones.

Justo en el tiempo en que el matrimonio estaba bien establecido en sus asuntos profesionales, Lex se encontraba preparando un viaje de negocios en varios países europeos para realizar reuniones con empresarios e inversionistas que querían obtener acciones y posibles nuevos contratos con el magnate.

El viaje duraría un mes y países como Francia, Italia, Hungría, Portugal y España serían los destinos.
Lex decidió llevar consigo a Kara, para sorpresa de ella que acostumbraba no realizar viajes de negocios de su marido, y muy a pesar de estar enfocada en sus lecciones de canto y preparaba su carpeta musical, ella aceptó gustosa la invitación pues, sentía que podría tomar un descanso aunque también, a Cisco no le pareció de que la señora Danvers dejara las lecciones para irse de compras a Europa.

Esta, sería el primer viaje a Europa desde su luna de miel y la primera vez que Kara conocería dichos países y sus ciudades en tierra y no desde la vista al mar como ocurrió en su viaje en crucero.

Como pareja, durante el día Lex tendría reuniones y almuerzos con sus posibles clientes y Kara en efecto, recorrería las calles, yéndose de compras y asistiendo a uno que otro espectáculo de cabaré, presenciando a cantantes, comediantes y bailarines.
Por las noches y sin falta, los Luthor tendrían cenas íntimas con servicios exclusivos en los mejores restaurantes de las ciudades que visitaban.

Lex estaba tentado a hacerse un viaje expresso a Alemania pero no contaba con que una situación inesperada haría revertir los planes.

Estando en Budapest, ciudad capital de Hungría, un día Lex no se encontraba bien de salud y junto con Kara fue al centro médico de la ciudad para hacerse un chequeo para detectarsele agotamiento físico y falta de vitaminas y posteriormente quedó en observación médica por 18 horas.
En esas condiciones se tuvo que cancelar reservas para una cena y el asistir a un concierto al que le había prometido llevar a su esposa.

Kara estuvo con su esposo en todo momento.

- No es necesario que te quedes si en el hotel puedes estar más cómoda. - le dijo Lex, postrado en una camilla con suero inyectado.

- No tengo ganas de salir del hospital sin que tenga tu compañía. Ir de compras sin mi marido no es lo mismo a que ir con los lacayos.
No saben de buen gusto como lo presume mi marido.

Para ese entonces la relación marital de la pareja era muy cordial.
Si bien, aún no se habían dado su primer beso ni se trataban como una pareja de enamorados desde su boda pero cada que la pareja salían de la rutina en New York iban a todas partes tomados del brazo y se mostraban cordiales con quiénes los saludaran e iniciaran una conversación.
En Europa, eran muy buenos compañeros de viaje.

- No voy a irme por ahora salvo tengas sueño y quieras dormir. - le dijo ella. - Tengo deseos de beber un café.

- Hazlo. - le dijo él. - Hazlo y tarda el tiempo que gustes, falta mucho para que las enfermeras vengan con la siguiente ronda de pastillas.

- Esta bien. Descansa esposo.

- Una vez más, gracias Kara.

Lex no podía quejarse de su mujer ahora.
Ella era leal, era paciente, era sumisa, para todo momento que él necesitase de ella, sabía que podía contar con su ayuda sin que esperase grandes demostraciones de afecto.

Ella ya no era esa niña enclenque que encontraba cantando por monedas en Central Park.
Ella ya no era esa pobre muchacha oprimida por sus parientes y que dormía en un pedazo de cartón en un callejón y oliendo a orina cuando fue usurpada de sus pocos bienes.

La Heredera Y La Cantante LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora