27: Alas para volar

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Era víspera de navidad cuando Kara y Flynn partieron a Carolina del Norte en tren.

Para Kara que tenía mucha ansiedad por volver a ver a su familia, hasta todo el drama de la pérdida de su beca se había disipado.
No importaba nada en la vida, salvo que su familia esté bien en un nuevo lugar.

Al llegar, la dirección que dijo Eliza los ubicaba en una zona agrícola en el distrito de Durham.

Estando cerca, Kara imaginó que la casa sería pequeña para tanta gente.
Cual no fue su sorpresa de que la casa que adquirió Elfed era una granja con grandes planicies, ahí, podía verse muchos espacios para instalar a todos los Danvers.
Kara apenas vio a Martín de inmediato corrió a los brazos de su hermano mayor.

- ¡Hermano!

Poco después todos los miembros de la familia se reunían junto con Kara y Flynn en el patio de la granja.
Antes Elfed no era de considerarse un hombre formal pero desde la noticia del embarazo de Hilda era más caballeroso con ella.
Su embarazo pese a no notarsele del todo pero lucía radiante y más animada.
Los mellizos, siempre juntos habían pasado todo el rato con Kara conversando sobre la nueva vida en la granja.
Tommy y Evangelina conversaban con Flynn.

Al anochecer, cuando Kara pide hablar a solas con sus padres, es un buen momento para sincerarse de su situación.

Por supuesto, para Tommy, que siempre había apoyado en el bienestar de la pequeña Nonny le pareció absurdo que no cumpliera con las exigencias de su beca y se opuso firmemente en que dejara la escuela.

- Mientras seas mi hija y vivas bajo mi techo tú no tienes nada más que cumplir con tus obligaciones.

- Pero papá, mi decisión de no tomar nuevamente las clases y aprender todo por mi cuenta, ¿no valoras el que yo busque mi futuro?

- ¡No pronuncies una insensatez más, Kara por favor!

Obviamente los padres se enfadaron mucho.

Solo Flynn conociendo a cabalidad del giro de las situaciones y las aspiraciones de Kara, él tenía algo preparado para su amiga.

La visita a Carolina del Norte no salió tan bien como se habría esperado.
No hubo flores ni un ¡bienvenida a casa hija!
Y al marcharse al día siguiente a Míchigan, pudo ver desde lejos a una familia más unida y más feliz con todo el dolor de su alma.
En muy poco tiempo los Danvers se habían acoplado bien a su nueva vida, y ella no estaba incluida.
Es más, era el día antes de Nochebuena el día de la visita.
Una navidad muy triste.

De vuelta al tren, Kara observaba por la ventana el paisaje, era casi anochecer y los tonos azules y naranjas contemplaban un bello cuadro visual.

Flynn conociendo cómo se sentía la joven consiguió chocolate caliente en el tren y sentado junto a ella pudo notar sus ojos rojizos de tanto llorar.

- Kara, no sé como puedes tener que pasar por tantas cosas duras siendo tan joven.
Sé que estamos en fechas festivas y todo eso, pero no dejo de pensar en las situaciones en las que te enfrentas.

- Lo sé, y te agradezco mucho el hecho de que tu vas a donde yo voy.
Dejas todo por mí y no doy lo suficiente para retribuir.

- Sabes, olvida a tu familia, olvida todo lo que tienes acá. No eres feliz. Todo te frena, todo se te complica ¡Toma tus cosas. Ya Marchate!

Abriendo los ojos que habían quedado pegados con las lágrimas, Kara sorprendida por el cambio de actitud del sacristán.
Flynn que es un personaje estricto con sus estudiantes del coro, un ciervo devoto de La Palabra de Dios, un hombre sabio y justo, le decía que dejara todo atrás con una firmeza digna de un padre autoritario.

La Heredera Y La Cantante LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora