56. La Triste Vida de una Duquesa

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Febrero de 1931.

Los pretenciosos planes para Lena de casarla con un buen partido y encima de la nobleza, estaban a poco por concretarse.

- Querido Padre yo quiero casarme con Arthur. Creo que es un hombre con más que suficientes cualidades para ser mi marido. Mi madre está más que de acuerdo con que se celebre pronto mi boda. Tú eres quien demuestras más preocupación en que tenga un buen futuro comenzando con un buen matrimonio. Y a pesar de como han surgido las cosas ¿Cómo es que tú, ahora te opones?


Decía Lena, una tarde a solas en el camarín de su padre.
Los miembros de la familia Luthor se encontraban de paseo entre las plazas de Florencia y Lionel quiso tener una plática sincera con su hija mayor, tras la pedida de mano en matrimonio.
Se encontraban en una suite de un céntrico hotel. Un sentir tenso como confuso por parte del patriarca de la familia debido al tema que se abordaba pero Lena estaba determinada a comenzar a afianzarse la oportunidad de salir del nido familiar y tener una relación formal basados en la unión marital y las normas de la realeza de la que se había preparado desde su nacimiento.

- Hija te diré, que a pesar que te has criado de entre lo mejor y que jamás te ha faltado nada, yo jamás me opondría a tu felicidad. Pueden venir muchos, cientos, o quizás miles caballeros dignos de ser oportunistas a querer desposar tu mano; pueden venir y ofrecerte las una y mil fantasías de riquezas y lujos.
Ni importa que tengan una posición de altura, creerse casi dioses sólo por tener sus cuentas bancarias equilibradas.
Pueden venir y argumentarse de cuán feliz y dichosa te harán cuando cargues con un vientre abultado, tengas estrías y noches de desvelos, pérdidas de apetito, aunque te sientas cansada, pero estés realizada como una madre.
Lo cierto es, que si por mi fuera posible, te quedaras soltera por toda tu vida. Lena Luthor no necesita de un marido ni un título con toda la potestad familiar sobre sus hombros, tal vez en menor relevancia, pero mi hija mayor, mi adorado tesoro no nació para servir a una nación, o a ostentar un título de nobleza de cierto rango cuando tiene el dinero, el poder y la belleza a su favor. Sé que tu madre ha hecho de todo influenciando en tu educación y vida social para que seas una Dama elegible y respetable en todo el sentido de la palabra. Pero antes que nada, soy tu padre, sigo siendo autoridad para mis hijos, y una segunda opinión de las decisiones impuestas de mi mujer y es que todavía me debes una explicación de el porqué abruptamente, después de tanto tiempo disfrutando de tu juventud, quieres casarte a toda prisa.
¿Entiendes lo que digo?

Para Lena quedó más que claro que sin que importe cuán rico y poderoso sea un caballero, jamás contaría con la aprobación de un hombre enamorado de la juventud y gentileza de su bella hija.

Lionel Luthor es un hombre de celos y provocaciones. Además de multimillonario y exitoso empresario, le bastó enamorarse de Lillian Luthor y ofrecerle el cielo, mar y tierra para desposarla y convertirla en una su igual, para que le concibiera hijos y se criaran a su imagen y semejanza, cosa que se estaba logrando con éxito porque no eran una familia ideal de fachada. Ante todo, el respeto hacia los mayores y la armonía entre los hermanos a pesar de las distancias de edades y diferentes ciclos de educación.

Para cuando Lena nació, Lionel se juró protegerla y amarla hasta que sus días estén contados en la tierra.
No bien la complació con ostentosos caprichos, pero también le había inculcado amor a su familia y el amor a Dios por encima de todas las cosas.
Dichos actos fueron replicados igualmente a Lex, Jack y Lucy.

Se intentaba de que con Lena se replicara con la idea de estar mejor preparada para contraer un compromiso, pero a los ojos de Lillian su hija estaba más que logrando muy buenas impresiones con varones de la nobleza. Lionel en contraste, él no lo creía así.

La Heredera Y La Cantante LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora