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Dulce seguía inconsciente, el bebé no paraba de llorar, Christopher  no sabía que hacer estaba muy asustado.

En ese maldito lugar parecía que no hubiera nadie, el ruido que hacian era notorio y nadie daba señales de vida.

Christopher: Tranquilo chiquito- Lo arrullaba pero el bebé necesitaba otra cosa. - Lo envolvió en la camisa para calamarle el frío. - Yo sé que tienes hambre, pero mamá esta enferma. Yo los voy a sacar de aquí.- le besó la frente.

Se acercó a Dulce para tomarle la calentura, su cara ardía.

Aún seguía desmayada, su respiración era débil. El bebé no paraba de llorar, él estaba desesperado.

Christopher: Mi amor, él lo necesita.- Se acercó a Dulce y le descubrió un pecho del cuál bajaba leche, tomó a su hijo y lo posicionó para que se alimentara, tan pronto sintió ese contacto con su madre se tranquilizó. - Solo un poco eh campeón, mamá esta débil.

Tomó la mano de Dulce mientras dejaba besos en ella, y juraba hacer pagar el daño que les hicieron.

Escuchó ruidos, alguien había llegado a la casa.Tomó a su hijo quien después de comer dormía como un angelito. Se colocó detrás de la puerta, con una mano cargaba al bebé y con la otra algo pesado para golpear a quien entrara.

Se escuchaban muchos pasos, eran varios hombres.

Xxx: ¿Están aquí los dos?

Zzz: Sí jefe.

Xxx: Quiero verlos, me divertiré mucho con ellos- Se escuchó su sonrisa vengativa.

La puerta se abrió, la luz era poca pero ese hombre pudo identificar a aquella débil mujer, de inmediato su sed de venganza se esfumó.

Xxx: ¿ Qué significa esto? ¡Maldición! Necesito luz!

Los tres hombres que lo acompañaban entraron a la habitación a alumbrar con lámparas, las luz eléctrica no servía allí.

El rostro del hombre se puso muy pálido, corrió hasta ella.

Huasón: Dulce! DULCE!, Es mi hija, maldición!, que le hicieron a mi hija! - Sus ojos se humedecieron, olvidó a Christopher.- Llamen a una ambulancia ahora mismo!- Sentenció furioso.

Zzz: Pero jefe la policía.

Huasón: Llamen a la maldita ambulancia! Es una orden, no me importa nada más. - Se inclinó a su hija.

Huasón: Mi niña, Dulce, despierta, yo te prometí que no ibas a terminar como tu madre, y mira lo que hice- la abrazaba a su pecho mientras lloraba- Yo te condené a esto, lo siento tanto, nunca supe ser un buen padre, pero te quiero, eres mi tesoro, lo que me importa en esta vida.

Christopher observaba esa escena mientras su sangre hervía, ese era el hombre que asesinó a su padre, el mismo de esa cicatriz, aquel que juró matar con sus propias manos, ahora se veía tan débil, tan destruido.

Él mismo destruyó lo que más queria, a su hija, a Dulce, incocente de todo. Christopher también lloraba de impotencia por todo, pero no iba a arriesgarse de poner en peligro la vida de su hijo. Aprovechó el descuido, salió cauteloso en busca de ayuda, les robó la camioneta y partió de ese lugar con el niño y la promesa de regresar por Dulce.

Huasón: Tienes que resistir, hazlo por mi nieta. ¡La niña!- Exclamó al recordar el trato que había hecho con aquella escuincla que no sabía quien era. - ¡¿ Qué hicieron a la niña?!¡¿ Dónde está?!

Zzz: Jefe... No recuerda el trato?

Se levantó furioso. Tomó al sujeto del cuello.

Huasón: Tienen doce horas para que esa niña este con su madre o los mataré a cada uno de ustedes y me entreteneré haciéndolo de una manera que me suplicarán que termine con sus miserables vidas. No me importa ningún estúpido trato, ahora ya nada vale, es mi nieta. Ah! Y más les vale que no le hayan hecho nada. ¡Qué esperan largo!

Destinos Cruzados © (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora