Odio a los portugueses

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Emma no estaba cuando desperté. Suspiré profundamente. Había estropeado todo, de seguro.

Me vestí con rapidez y salí de la carpa. Recién entonces vi a Emma, organizando unos papeles en una mesa. Estaba trazando la ruta para llegar al siguiente destino, una tribu nómada.

Me acerqué a ella y apoyé una mano en la esquina superior del plano, causándole un terrible sobresalto.

-Hola.-Saludé con mi mejor intento de sonrisa de propaganda de dentífrico.

-Hola.-Dijo.-¿Te importa? Estoy ocupada.

Miré el mapa tratando de ignorar sus palabras hirientes.

-¿Qué zona es esta?-Pregunté.

-Por aquí estaban las tribus en meses anteriores.-Respondió sin mirarme.

Tomó un cordel y ató una punta a un alfiler que había sobre el mapa. Siguió atando el hilo rojo a diferentes alfileres para trazar el recorrido, y se detuvo en un punto.

-Aquí deberían parar a acampar.-Dijo pensativa.-Bien, no está tan lejos. Si salimos ahora...

Simplemente me dio la espalda y se marchó hacia el doctor Richard.

Fruncí el ceño. ¿Qué tenían las mujeres contra mí, que todas me odiaban?

-Está enfadada, muchacho.-Dijo Christina acercándose a mí al ver la escena.

-¿Por qué?

-¿Cómo les fue en la cita?

Revolví mi cabello.

-Bien, al menos para mí. Traté de ser romántico y todo eso.

-¿Y luego?

-Fuimos a la carpa y...-Me sonrojé.-Supongo que no debí tratar de tocarla, pero me vuelve loco...

-Entiendo, pero al parecer algo de lo que hiciste la enfadó.

Traté de pensar en qué era lo que podía haber hecho mal, sin éxito.

-¿Trataste de besarla?

Me sonrojé.

-Sí.

-¿Y ella qué hizo?

-Cambió de tema, me lo impidió, dijo algo sobre mi novia y se acostó a dormir.

-Oh, no. Si mencionó a tu novia es malo.

Suspiré y me acaricié las sienes haciendo acopio de paciencia.

-Lo sé. Pero tampoco podía venir aquí a dármelas de soltero, porque si se enteraba de la verdad me mataba.

-Supongo que sí. De cualquier manera, tienes por delante un viaje en jeep con ella para averiguarlo.

-Cierto.

Me acerqué a nuestro jeep. Emma estaba cargando las cosas.

-¿Necesitas ayuda?-Pregunté.

-No, gracias. Diego me está ayudando.

Tuve que mirarla fijamente para comprobar que no estuviera bromeando conmigo.

-¿Quién?

-Diego. Es un enfermero de Portugal.-Respondió con naturalidad.

-No sabía que supieras hablar portugués.

-Todo se aprende.

Me miró como si me estuviera desafiando a algo más.

-¿Te molesta si voy con él en el jeep hoy? Es bueno marcando las direcciones en el mapa.

Tomé sus muñecas y la miré fijamente a los ojos.

Tropical [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora