Cómo evitar que se consuma una vela

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Suspiré profundamente y estiré la piel de mi rostro para comenzar a afeitarme.

-Rupert...-Llamó Emma desde la cama.

Sonreí.

-Me estoy afeitando, amor. Para la cena de esta noche.

-Me siento sola sin ti.-Protestó.

Asomé mi rostro por la puerta del baño para verla, desnuda y envuelta en las sábanas de mi cama. Era mi nueva idea de imagen perfecta.

Me saludó con una mano y bostezó abrazándose a mi almohada.

-Acabo en un segundo.

Volví a pararme frente al espejo y oí que ella se acercaba, sus pies descalzos y ligeros contra el suelo de madera.

Emma no se había molestado en cubrir su desnudez. Yo, en cambio, llevaba una toalla envuelta en la cintura.

-Te ayudo.-Ofreció sonriendo.

Cuando ella me afeitaba, por alguna razón siempre le quedaba mucho mejor que a mí.

Le di la afeitadora sin protestar y observé su rostro de concentración mientras la pasaba por mi piel.

-¿Cómo va tu cumpleaños?-Preguntó obligándome a estirar la nariz en una mueca ridícula.

-El mejor de toda mi vida.

Sonrió sin apartar su vista de mi mentón.

-Cuánto me alegro. Ya casi termino... Listo.

Me incliné sobre el lavamanos y me enjuagué el rostro.

-Impecable.-Murmuré.-No sé cómo lo haces. El único trozo que quedó feo fue el que yo afeité.

Rió.

-A ver. Lo corrijo.-Tomó mi rostro y pasó la afeitadora con cuidado.

-Eres maravillosa.

Se sonrojó levemente y dejó la navaja sobre la mesada, bajo el espejo.

-No es nada. Las mujeres tenemos más práctica que los hombres, lo creas o no.

Ladeé la cabeza, confundido.

-Pero tú no tienes vello.

Emma soltó una carcajada tan franca que me la contagió.

Me abrazó con cariño.

-Si logré que creas eso, realmente hago un buen trabajo.

Acaricié su espalda, ardiendo en deseos de hacer el amor otra vez.

-Sí que lo haces.

Sonrió y aflojó el nudo que sostenía la toalla en mi cintura.

-¿A qué hora tienes la cena?

-A las nueve y media. Tendría que comenzar a arreglarme.

-Tonterías, falta casi una hora aún.

-Y tengo que ducharme y...

Emma rodeó mi cadera con sus piernas y me besó con una sonrisa.

-Es tu cumpleaños. Nadie te dirá nada si llegas tarde.

La cargué entre más besos hasta la cama y la dejé cariñosamente sobre el colchón.

-Recuerda que te espero para dormir.-Dijo interponiendo su índice entre nuestros labios.

-Sí, lo recuerdo. Pero no me esperes despierta. No sé a qué hora regreso.

Emma suspiró y enredó sus dedos en mi cabello.

Tropical [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora