Viajero, cuéntame tu historia

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Emma estaba jugando con los niños en la plaza

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Emma estaba jugando con los niños en la plaza. Ellos corrían tratando de alcanzarse mutuamente y cuando lo hacían se quedaban congelados en su sitio.

Apoyé mi espalda contra la pared de una casa para verlos.

-¿Es su esposa?-Me sorprendió oír la voz de una mujer hablando en inglés.

Miré hacia la dirección de quien había hablado. Una anciana bastante saludable para su edad me sonreía con amabilidad.

-La muchacha que juega con los niños. ¿Es su esposa?-Preguntó.

-No.-Dije sintiendo que todos los tonos de rojo se concentraban en mi rostro.

-Pues no debería mirarla así. ¿No cree?-Dijo sin quitar la sonrisa.

-¿Así cómo?

-Así. Como si estuviera enamorado.

Me sonrojé aún más.

La mujer me tendió una mano.

-Okapi Soyinka.

-Rupert Grint. Es un placer conocerla.

-Lo mismo digo. No ha respondido usted mi pregunta.

Suspiré.

-Sí lo he hecho. No es mi esposa.

-Me refería a si no le parece que es incorrecto mirarla como si estuviera enamorado de ella.

Me llevé las manos a mi cabello para revolverlo.

-No puedo mirarla de otra forma. No es mi intención ser incorrecto.

Okapi sonrió.

-No tiene nada de malo. Pero siempre tiendo a pedir explicaciones. Usted no tiene por qué dármelas.

Miré a Emma. Ella corrió hacia una de las niñas y la tocó con un brazo. La pequeña se quedó inmóvil, conteniendo una risa. Emma rió y se tomó la falda para alzarla unos centímetros y correr más rápido.

Sonreí como un tonto. Se veía muy hermosa, jugando y divirtiéndose...

Ella alzó la vista y me descubrió observándola. Sus mejillas se sonrojaron y me hizo una seña para que me acercara. Negué con la cabeza y bajé la vista.

Okapi me miró con desaprobación.

-No así, muchacho. Así no llamará su atención.

Me sonrojé. Emma tenía razón cuando decía que los habitantes eran más abiertos y expresivos que los ingleses.

-¿Cómo sabe usted que quiero llamar su atención?

-No creo que le esté llevando esas flores a alguna pobladora local.

Miré el ramo que ocultaba detrás de mi espalda y que toscamente había recogido de un macizo silvestre.

Me sonrojé. Okapi esbozó una sonrisa y me apoyó una mano en la espalda.

Tropical [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora