Odo nnyew fie kwan

865 60 32
                                    

Estaba esperando impaciente a que Emma entrara a la carpa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estaba esperando impaciente a que Emma entrara a la carpa. Sabía que no tenía escapatoria, que tenía que dormir sí o sí conmigo, pero aún así, cuando pasaban los minutos y no aparecía, me ponía muy nervioso.

No era capaz de seguir en aquel estado de incertidumbre absoluta. Me levanté y asomé mi rostro por la abertura de ingreso a la tienda, verificando que no hubiera nadie afuera.

Tamaris se acercaba a paso apretado. La vi desaparecer dentro de su toldo sin decir hola siquiera.

Diego apareció pocos minutos después, hablando con Emma.

Los celos trataron de controlarme otra vez.

Mordí el interior de mi mejilla y los observé, agradeciendo que estuviera oscuro fuera y que no pudieran verme a no ser que se acercaran más.

Diego tomó las muñecas de Emma y la acercó a sí. Ella se resistió un poco.

-¿Qué pasa?-Preguntó él confundido.

-No es nada. Estoy cansada. Mejor debería irme a dormir.

-Dormir... Suena bien.-Repuso él tomando su cintura en una clara insinuación de lo que quería hacerle.-No es necesario que duermas con el fósforo, menina. Ven conmigo a la carpa. Yo puedo cuidarte.

-Gracias, pero no gracias.-Dijo ella logrando zafarse de sus brazos.-Y no me llames así, que no me gusta.

-Vamos...-Insistió él.-¿Piensas dormir con él después de cómo actuó hoy por la mañana?

Emma pareció dudar unos minutos, y eso me lastimó.

-No iré contigo a la tienda. Va contra las normas del Campamento, y no tengo interés en hacer otra cosa que no sea dormir esta noche.

-¿De verdad irás con él? ¿No te oí decir por la mañana que tiene novia?

Ella miró sus pies por un segundo o dos. Diego aprovechó para tomar su rostro y acercarla a sí. Mi corazón se contrajo con dolor. Iban a besarse...

Emma miró en dirección a mí, a nuestra carpa. Me vio. No sé cómo logró hacerlo con la poca luz que había, pero me vio.

Diego movió su rostro hasta el de ella, pero Emma no permitió que sus bocas se tocaran. Lo apartó con algo de brusquedad.

-Lo siento, no lo haré.

Suspiré aliviado.

Diego frunció el ceño.

-Bien, pero no sabes con qué te estás metiendo.

Le dio la espalda y se fue.

Emma suspiró, visiblemente más tranquila, y yo aproveché para volver a acostarme en el toldo.

Unos segundos después, ella entró.

Mantuve mis ojos firmemente cerrados. Oí que se cambiaba y me sentí tentado de verla, pero no lo hice. No sabía qué hacer: si enfadarme porque ella había considerado irse con el portugués o si alegrarme porque no le había permitido besarla.

Tropical [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora