Necesitaba vacaciones

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-Necesitaba unas vacaciones.-Dije estirando las mantas para que cubrieran a Emma y acurrucándome junto a ella.

Sonrió y me acarició el cabello.

-¿Vacaciones o días a solas?-Preguntó alzando una ceja.

Sonreí y tomé su barbilla.

-Ambas.

Volvió a sonreír y me atrajo hacia sí con fuerza.

-Te diré algo.-Susurró en mi oído.

-Mmm... Adelante.

-Siempre has criticado a tus cicatrices... Pero lo cierto es que me parecen lo mejor de ti. Porque disimulan perfectamente los arañazos que te hago cuando hacemos el amor.

Sonreí.

-Debes tener una imagen muy mala de mí si mis cicatrices son tu parte favorita.

Rió y me abrazó, mirándome a los ojos fijamente y acariciando su nariz con la mía.

-Me gustas completo.-Dijo mirándome de arriba a abajo y acariciando mi espalda con suavidad.

Sonreí y la besé con dulzura.

-Desaparecer solos una semana fue la mejor idea que se nos ocurrió.

Rió y me acarició el pecho desnudo.

-Mejor que nuestra luna de miel.

Asentí y la besé otra vez.

Emma cerró los ojos.

-Hoy debemos regresar.-Dijo.

-Lo sé, preciosa.-Suspiré.-Deberíamos aprovecharlo... Ya sabes...

Se mordió el labio inferior y asintió.

-Pero necesito ir al baño primero.

-Tú mandas.

Me aparté y observé cómo, desnuda, se levantaba y se metía en el pequeño cuarto de baño.

Me levanté también y me dirigí a la cocina, que en realidad quedaba a menos de tres metros de la cama.

Nos estábamos hospedando en un monoambiente. Lo único que tenía puerta era el baño.

Calenté el desayuno y preparé todo en una bandeja con una flor. Luego regresé a la cama. Emma dormía. Sonreí y dejé el desayuno en su mesa de noche. Me acosté a su lado y ella apoyó su cabeza en mi pecho para entrelazar nuestras manos.

-Em... ¿Estás despierta?

-Mmm...

-Te hice el desayuno.

Abrió los ojos con un bostezo.

-Eres adorable.

Besé su frente.

-Cualquier cosa por mi bella esposa.

-Hasta sabes rimar.-Rió.

Reí también y tomé su rostro adormilado.

-No tienes idea de lo mucho que te eché de menos cuando te marchaste.

Sonrió y me acarició la barbilla.

-Lo sé. También te extrañé.

Estiró una mano y tomó el chocolate.

-Está caliente.-Dijo sonriendo.

Volvió a apoyarlo en la bandeja y me sonrió.

-Eso nos da tiempo para un poco de sexo matutino antes de desayunar y marcharnos.

-El sexo matutino es mi favorito.-Dije con una sonrisa.

-Lo sé. También el mío. A ver, Grint, qué tan bueno eres esta mañana.

Sonreí y mordí su oreja con suavidad, separando sus piernas y acariciando el interior de su muslo.

Besé su cuello lentamente y ella cerró los ojos. Me gustaba mucho hacerlo por la mañana porque podía verla con mayor claridad, y porque por lo general estaba tan cansada que yo me ocupaba de todo. Y eso hacía que me pareciera pequeña y tierna.

-Rupert...

Estiró su mano para acariciar mi intimidad. Jadeé y me alteré enseguida.

-¿Qué?

Sonrió.

-Hay algo que nunca te he dicho y que ahora que lo recuerdo te dará mucha gracia.

-Te escucho.

Me acarició el cabello mientras la penetraba con lentitud. Arañó suavemente mi espalda y sonrió.

-¿Recuerdas cuando los dos estábamos en el Campamento?

Asentí.

-Cuando salimos para hacer el viaje a los pueblos... Acababa de conocerte...

-Recuerdo...

-Tuve que armar tu maleta porque Radhi había robado tu despertador y te habías quedado dormido...

-Sí...

-Encontré en tu bolso una caja de condones.

Asentí.

-Los había llevado porque Richard me pidió algunos para abastecer los suministros en el hospital.

Ella mordió su labio inferior mientras la embestía.

-Tomé tres y los metí en tu bolso. En un bolsillo que sabía que no abrirías.

Ladeé la cabeza mientras volvía embestirla.

-¿Por qué?

-Porque creí que podríamos acostarnos juntos.-Sonrió.-Pero eso no es lo gracioso.

Hice chocar mi cadera contra la suya. Arqueó su espalda de placer.

-Dime.

Emma sujetó mi rostro y me dijo entre risas:

-Es el bolso que trajiste aquí. Y los condones siguen allí.

Solté una carcajada y la besé.

-Por favor. Emma...

-Es que yo no los saqué y tú ni sabías que estaban allí.

-¿Cuántos años pasaron ya? ¿Doce?

-Doce.-Confirmó ella sonriendo.

-Los mejores doce años de mi vida.

Acaricié su cadera y volví a embestirla.

-Podríamos usar uno.-Dije.

Ella rió.

-Ni loca. Deben haberse pinchado ya y creo que con seis niños nos alcanza y nos sobra.

Reí y la besé con dulzura.

-Mi pequeña.

Acarició mi espalda mientras la besaba. Arqueó su columna y gimió de placer. Hice lo mismo y me dejé caer sobre ella, sintiendo que cada músculo de mi cuerpo iba a caerse. Pero amaba hacer el amor con ella. La amaba.

Me abrazó y nos besamos dulcemente, mientras yo salía de su interior y me sentaba con cuidado.

-El chocolate ya debe estar frío.

Rió y se sentó a mi lado.

-Rupert... No tienes idea de lo mucho que te amo.

Apoyó su cabeza en mi hombro y le besé la frente, tomando su mano.

-Seguramente tanto como te amo a ti.

Sonrió y bebió un sorbo de chocolate.

Era el hombre más feliz sobre la faz de la tierra.

Amaba a mi esposa con todo mi corazón, a nuestra bella familia, y a todo el calor tropical que me había llevado a enamorarme de ella.

Tropical [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora