Tropical [Grintson]

Menina traicionera

Después de nuestro encuentro con el tatuador, Christina me había sometido a un exhaustivo interrogatorio sobre la conversión que había tenido con Emma dos días atrás, y luego sobre cómo ella había rechazado el beso del portugués.

-Esta celebración será una gran oportunidad para ti. Tienes que pedirle que baile contigo. Aquí está mal visto negarse a eso, y ella lo sabe. Además, los convertirá en pareja por esta noche.-Dijo ajustando mi corbata.

Tenía una camisa de mangas cortas, un pantalón sobre la rodilla y, por insistencia de Christina, corbata. Además de un par cómodo de zapatos.

Me había cambiado en la carpa antes de ir a verla para contarle lo ocurrido.

Richard había salido para ayudar a los nativos con la preparación de la cena.

-No soy bueno bailando.-Protesté.-Además, eso provocó su enfado la última vez.

-Lo que provocó su enfado, muchacho...-Me regañó.-Es que hayas venido aquí sin romper con la tal Justine y que ahora ella quiera algo con un hombre que no está disponible.

-Yo... Siendo sincero, jamás creí que la conocería antes de venir, ¿de acuerdo? Sólo... Digamos que esperaba absolutamente otra cosa de esta experiencia.

Christina sonrió.

-A todos nos pasa.-Dijo empujándome fuera de su carpa.-Vamos, vete ya, que es tarde y comenzará la celebración a medianoche.

-¿No vienes?-Pregunté, confundido.

-Claro, pero para ayudar a Richard con la comida. Anda, largo de aquí.

-¿A qué hora es la cena?

-¡Largo!-Insistió volviendo a empujarme.

Reí y alcé las manos en señal de inocencia.

-Ya me voy, ya me voy.

Metí las manos en mis bolsillos y me dirigí hacia la plaza central.

Supe que era medianoche porque los niños comenzaron a saltar y danzar en ronda, alrededor de un enorme fogón. Busqué a Emma con la mirada, pero no la vi.

A quien sí vi, en cambio, fue a Diego, que no pareció feliz de que yo estuviera allí.

Resignado, decidí observar cómo todos participaban de la celebración. Los nativos estaban pintados con los símbolos descritos por el tatuador y cientos más, agradeciendo a la Tierra por el buen año.

Los minutos pasaron y nos sentamos en el suelo para comer un trozo de carne y semillas en un cuenco.

Estaba delicioso, pero yo no lograba concentrarme en eso porque Emma seguía sin aparecer.

Le pregunté a varios de mis compañeros, pero nadie sabía dónde estaba.

La doctora brasileña, Tamaris, conversaba fluidamente con un grupo de mujeres nativas.

Ella había sido la última en llegar, así que quizás había visto a Emma.

Me acerqué y toqué su hombro.

-Está en la tienda.-Dijo antes de darme tiempo a preguntarle.-Te está esperando.

-Oh.-Me quedé sorprendido.-Gracias...

Me ignoró y volvió a su conversación.

Me dirigí resuelto hacia el círculo que formaban nuestras carpas. Emma estaba sentada junto a un fogón más pequeño, mirando hacia las estrellas con un cuenco de comida en la mano.

-Por fin. Te estaba buscando.-Dije sentándome a su lado.

-Necesito tu ayuda.-Su voz sonó firme, pero no me miró directamente.-Por favor.-Añadió en un tono más cortés.-Estoy metida en un lío.