Los solteros no tienen novia

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-No.-Dijo Richard con firmeza.-Y basta ya de discutir.

-Pero...-Insistió Emma.-Es muy peligroso...

-Llevamos años acampando aquí y jamás nos ha ocurrido nada, doctora Watson. Relájese y mañana seguiremos buscando. No podemos andar de noche por más claro que se vea. Es demasiado peligroso.

-¿Y acampar en medio de la nada no?

-Vamos, a desempacar todo el mundo. Haremos una cena rápida y luego a dormir. Nos hemos retrasado demasiado.

Emma frunció el ceño y se sentó sobre un tronco seco, evidentemente disgustada con la decisión.

Sin embargo, no contó con la vejez del tronco, y que no soportaría su peso, así que se hundió y ella acabó en el suelo.

-Emma.-Llamé, preocupado, acercándome a ella para ayudarla.

-Quítate.-Protestó.-Yo puedo hacerlo sola.

Sonreí, divertido. Su trasero estaba atrapado dentro del tronco seco.

-Adelante. Muero por ver cómo lo intentas. Quizás haya una serpiente adentro.

-Muy gracioso.-Protestó tratando de levantarse.

A pesar de haber intentado unas cuatro veces, no podía. El tronco la hacía perder el equilibrio. Los demás ya habían armado las carpas y estaban repartiendo la cena.

-Tengo que irme a cenar.-Dije.-Si cambias de opinión avísame.

Ella hizo algo que definitivamente no me esperaba.

Enterró su rostro en sus manos y se echó a llorar.

-Oye...-Dije con tacto, acercándome a su lado y agachándome.-¿Qué pasa?

-Quiero estar sola, vete.

Me levanté y tomé sus antebrazos para tirar de ella hacia arriba y lograr destrabarla. La atraje hacia mi cuerpo y acaricié su nuca.

-Cuéntame. ¿Qué pasa?

-Llevo siendo una tonta todo el día...-Sollozó.-Primero me perdí, luego Richard se enfadó conmigo, no hallamos a los nómadas, ahora me quedé atrapada como una ridícula y...

-Oye, tranquila. No te preocupes por eso, yo he hecho escenas más ridículas.-Murmuré secando sus lágrimas.-Una vez tenía que llevar a mi hermana al hospital porque tenía que dar a luz. Y salí hacia el lado equivocado de la calle y nos perdimos. Mi hermana gritaba y me maldecía, y me sentí terrible cuando nos perdimos.

Emma rió y sequé sus lágrimas con cuidado.

-Recuerdo que me gritó que si no llegaba al hospital deprisa, no me presentaría a mi sobrino.

Volvió a reír.

-¿Y llegaste?

-Oh, ya lo creo. Rompí no menos de cuarenta reglas de tránsito para llegar a tiempo. Fue difícil, pero al final llegamos y el bebé nació bien... Dentro de todo lo bien que puede estar un hijo de mi hermana.

Los dos reímos.

-¿Cómo se llama tu sobrino?

-Peter.-Respondí.

-¿Es el único que tienes?

-Tengo nueve más.-Reí.-No sabes cuántas veces he tenido que hacer de niñero. Por ser el tío soltero.

-Pero tienes novia.

-Oh, sí, a propósito de eso, mi familia la detesta.

Emma sonrió un poco.

Tropical [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora