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Ella se abraza tratando de encontrar consuelo en si misma. Recuerdo el sentimiento de querer abrazarla y olvidar todo esto.

Solo vete, Matt.

— ¿Por qué? ¿después de todo lo que pasamos? si es por lo del otro día yo...

— ¡No es eso, Matt! - Su voz se rompe-  No eres suficiente para mi, necesito algo más que tú. — Está al borde de las lágrimas.

— No puedo, Kathy, te necesito, no me dejes.

No puedo creer que le esté rogando.

— Solo vete, Matt, ¡ya no te quiero!

Me despierto con un sobresalto por mi sueño, o bueno, una pesadilla.

Cinco años y aún no puedo dejar eso atrás. No puedo dejar de reproducir esa imagen en mi cabeza, y es que ahora no puedo dejar de pensar en Kathy y eso es malo ya que ella está muerta, nunca va a regresar.

Me levanto para iniciar el día tratando de no pensar tanto en ella y en lo que me provocaba.

Estoy listo para irme a la empresa. Desayuno cereal y bajo a donde está Conrad para irnos.

Todos me sonríen al pasar, es incomodo a veces, pero en este día en especial, es algo reconfortante. Susan me sonríe al pasar por su escritorio y entro a mi oficina.

— Señor, la reunión con el señor Marshall... — Ruedo los ojos.

— Hoy no, Susan, no tengo tiempo para ese señor hoy.

Susan asiente y escribe algo en su celular.

— ¿Entonces cuando? El señor Marshall ya está desesperado. Ha llamado cinco veces hoy.

— No me importa, cuando no tenga más opción lo haré, mientras tanto no digas su nombre aquí.

Susan asiente y se retira.

Me masajeo la frente pensando en el dolor de cabeza que va a venir en unas horas. Presiento que no será un buen día, empezando por la pesadilla de esta mañana.

Mi vida es simple; manejo una empresa que es mi pasatiempo favorito. Del trabajo voy a mi apartamento a descansar y me pongo a trabajar de nuevo. En las mañanas salgo a correr para mantenerme en forma y de vez en cuando salgo a una fiesta, no es que me gusten mucho pero a veces siento que mi vida es demasiado aburrida. 

Aunque no me quejo tengo una vida normal y tranquila.

Bueno, creí que la tenía, hasta que veo a una persona muy conocida en la puerta de mi oficina.

No, ella no.

— ¿Adeline? ¿Qué haces aquí? — Me sorprendo al ver a mi ex cuñada parada en la puerta de mi oficina. 

No veía a esta mujer desde hace años...

— Necesitamos hablar. — Me debato entre si dejarla entrar o estrellar la puerta en su cara.

Lo bueno es que ella sabe como soy, así que seguramente no espera mucho de mi temperamento. Solo se queda observándome, seguro pensando en todas las mejores cosas que podría estar haciendo, en vez de estar aquí. Lo sé porque yo estoy pensando lo mismo.  

Adeline siempre fue una mujer con las metas claras, emprendedora y buena en la familia. Hubo una vez que tuve celos de ella; se ganaba a las personas con una facilidad que para mi era imposible de hacer. 

Pero desde que pasó lo que pasó, no había sabido de ella. Bueno, tal vez porque me mudé a Nueva York.

Asiento sin mucho que decir, y ella da un pequeño suspiro y entra. Hace años conocí a esta mejor que salía a divertirse cada fin de semana, viajaba con sus amigos y sus romances eran solo de una noche, pero ahora esa mujer con esa sonrisa tan viva parece ser solo una sombra de lo que es ahora; una mujer con ojeras, el cabello desordenado y su mirada que no trasmite nada. 

Mi razón de vivir [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora